
Después de 82 años de intensa vida, el 7 de noviembre de 2016, Leonard Cohen nos dejó. En una de sus últimas entrevistas concedidas al periódico El neoyorquino El artista reveló que estaba consciente de que su corazón dejaría de latir pronto, pero declaró que estaba listo para enfrentar la muerte. Lo único que pedía era vivir lo suficiente para terminar el último trabajo que había iniciado.
Sólo unos meses antes se concedía el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, provocando un gran revuelo entre quienes afirmaban, no sin razón, que el verdadero genio capaz de fusionar música y poesía no era otro que el propio Cohen. Si alguien merecía un premio de ese valor sin quitarle nada a Dylan, ese era Leonard y sus letras. Hoy, cuando su corazón ya no late, los que tuvimos la suerte de conocer su música creemos que hubiera sido un gran y merecido homenaje.
En este pequeño espacio nuestro, hoy un poco más triste por su fallecimiento, queremos rendirle nuestro homenaje junto a vosotros.
-Leonard Cohen-
Una vida enteramente dedicada a la música y la poesía.
Canadiense de nacimiento y gran admirador de Lorca por elección, en sus letras solía abordar temas como la sexualidad, la religión, la política o el aislamiento pero sobre todo el amor. Un sentimiento que sus palabras describen como sensual, erótico y puesto. cuerpo desnudo de una mujer. El amor en sus letras no implica el duelo por la pérdida: el suyo es un amor que sana y cura.
A pesar de su debut profesional con la guitarra acústica, su encuentro con un guitarrista español le llevó a enamorarse de los acordes que pueden brotar de la clásica. Otro de sus referentes fue Layton de quien dijo Yo le enseñé a vestir, él me enseñó a vivir para siempre.
Tras dejar atrás una experiencia universitaria casi fracasada en Nueva York, él mismo hablaba de ella como de una pasión sin carne, un amor sin clímax; Posteriormente regresó a Canadá, concretamente a Montreal, donde compaginó la poesía con otros trabajos ocasionales que le permitieron sobrevivir.
Viajero incansable encontró al que resultaría ser el amor de su vida en la isla de Hidra en el Mar Egeo . Marianne Ihlen acababa de separarse del noruego Axel Jensen con quien había tenido un hijo. Parece que la mujer estaba llorando en una tienda de comestibles en el puerto de Hydra cuando un extraño se acercó a ella por lástima y la invitó a unirse a sus amigos. Era Leonard Cohen y estaba iniciando un idilio de pasión que duraría siete años de forma intermitente.
De hecho la canción Hasta luego Marianne inicialmente llevaba el título de Vamos Marianne y fue la invitación del cantante a volver a intentarlo. Un amor que nunca terminará tan profundo como el que se siente por la palabra, en forma de poesía o literatura. música .
Marianne murió el pasado mes de julio de leucemia, dejando un vacío en Cohen que nunca logró –ni aspiró– llenar. Sepa que estoy tan cerca de usted que si extiende una mano puede alcanzar la mía. escribió el cantante en una carta dedicada a la mujer de su vida.
El premio Princesa de Asturias y su visión de la poesía
Cuando recibió el Premio Princesa de Asturias en 2011, Cohen pronunció un discurso que ha quedado grabado en todos los amantes de la poesía. Con su elegante vestido su gran sonrisa
¿Cómo? El artista pensaba que era la poesía la que le llegaba y que por eso no tenía poder sobre ella. En este sentido con su particular ironía . Por tanto, Cohen confesó en parte que se consideraba un humilde charlatán en relación con un premio que debía atribuirse a la naturaleza de las cosas más que a un mérito personal.
Mérito o no, lo único seguro es que la calidad de su trabajo es incuestionable y que con su trabajo nos ha hecho un regalo que todos hemos podido disfrutar. En su breve discurso también contó que tenía una guitarra española desde hacía 40 años y que sentía la necesidad de olerla antes de partir hacia España. También dijo que olerlo le daba la sensación de que la madera nunca muere...
Con sus obras y su genio ciertamente se convirtió en madera en nuestros corazones en la que vivirá para siempre.