
Viajar es una forma de romper con la rutina y disfrutar de esa sensación de bienestar que surge de la exploración, el descubrimiento y la sorpresa.
Antiguamente, viajar a un país lejano significaba prácticamente cambiar de vida. Estos viajes duraban meses o incluso años porque el tiempo que se tardaba en viajar era muy largo. Hoy las cosas han cambiado. Podemos llegar a cualquier país del mundo en menos de dos días o, si tenemos suerte con las conexiones, incluso en menos de uno.
Cuando viajas aprendes, cambias de perspectiva y te renuevas. Viajar es una invitación a salir de nuestra cotidianidad y darnos la oportunidad de sacar a relucir otros lados de nosotros que quizás por rutina o costumbre habían permanecido dormidos.
El cambio de contexto hace que todo nuestro mundo subjetivo se active dentro de nosotros; además, los desafíos que enfrentaremos requerirán que explotemos habilidades o conocimientos diferentes a los que utilizamos normalmente.
Viajar es un ejercicio que tiene consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras.
-Mark Twain-
Viajar nos transporta hacia incertidumbre puede provocar cierto nerviosismo pero también mucha emoción y ganas de aventura. Los viajeros natos tienen una verdadera necesidad de esta adrenalina; Los viajeros esporádicos, en cambio, saben que estas emociones nos recuerdan lo hermosa que es la vida.
Cuando viajamos dejamos lo nuestro zona de confort . Nos permitimos ampliar nuestros horizontes del mundo y de la vida. Pero lo mejor es que quizás sin darte cuenta introducimos un estímulo que aumenta nuestras capacidades intelectuales, nos hace más creativos y desarrolla muchas de nuestras habilidades sociales y emocionales.

Viajar es una fuente de creatividad
Se dice que un viaje nos hace felices tres veces: cuando lo planeamos, cuando lo realizamos y cuando lo recordamos. Estas tres etapas requieren un enorme esfuerzo creatividad . es requerido
Incluso durante el viaje tenemos que poner en juego nuestra creatividad, nos guste o no. Llegamos a un lugar desconocido o al menos desconocido para nosotros. Inmediatamente debemos comenzar a adaptarnos de diferentes maneras. : tenemos que acostumbrarnos a las costumbres y tradiciones locales, comida, hábitos, medios de transporte, etc. Además, si el destino está lejos también tendremos que adaptarnos a diferentes interacciones sociales y a otro idioma.

Cuando recordamos el viaje elegiremos finalmente una determinada forma de organizar y dar sentido a esos recuerdos. . Los recreamos, los asociamos y elegimos los aspectos más relevantes de esa experiencia. interpretemos esto
Todos estos procesos observados juntos equivalen a actividades intelectuales complejas. Es casi como escribir un libro. Casi como dibujar, desarrollar un proyecto, implementarlo y luego evaluarlo. Muchas de nuestras capacidades intelectuales y creativas juegan un papel importante cuando viajamos. Por eso, después de un viaje nunca volveremos a ser los mismos. Es una experiencia intensa y estimulante y por ello puede resultar muy placentera.
Cuando viajamos mejoramos como seres humanos
Viajar siempre nos expone a diferentes experiencias enriquecedoras. Como dice el dicho El fascismo se cura leyendo y el racismo viajando. . De hecho, un viaje nos libera de muchas prejuicios especialmente si visitamos un lugar donde tenemos que sumergirnos en una cultura diferente a la que nacimos o que puede estar en fuerte contraste con nuestra realidad habitual.
Entendemos así que la diferencia no debe mirarse verticalmente sino horizontalmente: ninguna cultura es superior o inferior a las demás, todas están al mismo nivel. Son simplemente diferentes.

También se ha demostrado que las personas que se van de vacaciones al menos dos veces al año tienen un menor riesgo de sufrir depresión . De hecho viajar es un poderoso antídoto contra la tristeza porque de una forma u otra nos obliga a pensar y ver todo desde una perspectiva diferente. Es como un baño de renovación que nos permite renovar la forma de mirar el mundo que nos rodea y a nosotros mismos.
Viajar también nos ayuda a entrar en contacto con nosotros mismos y con nuestros sentimientos más genuinos. Lejos de nuestro entorno habitual es más fácil que surjan ideas o emociones que habitualmente intentamos dejar en un segundo plano precisamente por el contexto que nos rodea. Por fin podemos vernos de otra manera liberándonos de todas las limitaciones cotidianas y de todos los factores que a veces nos inhiben.
Una cosa es mirar la vida a través del cristal del estrés diario; otra cosa muy distinta es observarlo durante uno de esos paréntesis que concede el viaje. Por eso podemos decir que viajar nos hace mejores personas. Nos renueva, nos aporta nuevas energías y llena nuestra vida de color y magia. No hay duda: ¡viajar siempre nos llevará a alguna parte!