La paradójica propuesta contra la desconfianza

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Cuando la desconfianza pasa a formar parte de una relación es muy difícil recuperar las sensaciones perdidas. Es fácil que la sospecha se convierta en obsesión. Si ocurre entre amigos, el distanciamiento es relativamente sencillo. Pero ¿qué pasa si esta situación se presenta en una pareja? Si expresamos dudas con nuestra pareja es probable que se sienta acusado. Puede sentirse asustado u ofendido. Entonces, ¿cómo deberíamos reaccionar?

La fórmula de la confianza tiene muchas variables que aún no hemos calibrado con precisión. A veces depositamos una sensación de calma total en una persona que acabamos de conocer. Otras veces, sin embargo, nuestro compañero con el que ya llevamos seis años en el despacho sigue trasmitiéndonos un sentimiento de incertidumbre . A primera vista, la desconfianza parece el camino más sencillo o al menos el más seguro.

Si escogiéramos personas al azar y les preguntáramos qué es la confianza y la desconfianza, seguramente encontraríamos más puntos en común respecto al primer término que al segundo. Ser cauteloso ante lo desconocido sería lo correcto si siguiéramos nuestro instinto de supervivencia. Confiar es difícil. Hay muchos ingredientes en juego para gestionar y varían en función de las emociones. de la intensidad de la situación y de las personas que nos rodean.

El tiempo de la desconfianza

Elige voluntariamente confianza de alguien requiere esfuerzo y es un acto consciente. Es una apuesta que hacemos con nosotros mismos al dejar de lado la sensación de control. Ponemos nuestras emociones y nuestro comportamiento en manos de otra persona. Por eso es fácil romper este equilibrio y luego es muy complejo recuperarlo porque los ingredientes tienen muchas posibilidades de volverse locos como en la mayonesa.

El odio y la desconfianza son hijos de la ceguera.

(Guillermo Watson)

Considerando todos los problemas en las relaciones, el más complejo probablemente sea la desconfianza en la pareja. Si un amigo o familiar traiciona nuestra confianza nos sentimos mal y surge en nosotros el deseo de tomarlo. distancias ; empezamos a evitar la intimidad hasta alcanzar la distancia emocional con esa persona. Una vez que comienza la espiral de pensamientos y sentimientos de desconfianza, es difícil escapar.

Es inevitable pensar que las personas siempre hacen las cosas por un motivo determinado. En ocasiones nuestra forma de pensar está condicionada por las llamadas distorsiones cognitivas, entre las que encontramos la conjetura del pensamiento, la conjetura del futuro y la generalización.

En otras palabras en el momento en que creemos que alguien tiene traicionado nuestra confianza le atribuimos un motivo a esa persona (un motivo que tiende a ser negativo) . También hacemos una predicción futura de que esta persona repetirá el incidente. Si lo hizo una vez ¿por qué no debería volver a suceder?

Dependiendo de la gravedad del acto deshonesto, inmediatamente reaccionamos de forma más o menos extrema. eventualmente la rueda de la desconfianza comienza a girar. Empezamos a evitar a esa persona. distanciarnos de él y distanciarnos de él. Entramos en una dinámica que nos arrastra hasta el final de la relación a menos que intentemos detenerla conscientemente, lo cual no es tarea nada fácil.

El virus en la pareja

A diferencia de otras relaciones (familiares o de amistad), como pareja no podemos optar por esta opción. Hay fuerzas opuestas que nos empujan en direcciones opuestas: la Amar y desconfianza.

Una vez que empezamos a desconfiar de nuestra pareja, comienza una especie de guerra fría. Hacemos las cosas a escondidas y surgen sospechas. Seguro que ahora estás pensando que hablar de desconfianza en la pareja lleva directamente al tema de la infidelidad, pero nada más lejos de la realidad. La desconfianza puede ser parte de nuestra rutina. Podemos depositar confianza en la pareja de muchas maneras: en el ámbito familiar, laboral, etc. Y puede salir mal.

¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?

(George Elliot)

La sospecha tiende a convertirse en obsesión. El espacio compartido es invadido por minas escondidas por la otra persona que niega estar saboteando la relación. Con el tiempo la espiral se convierte en un camino de autorreproche donde pasamos de 0 a 100 en menos de un minuto.

¿Antídoto o vacuna?

La comunicación es la clave de todo. La desconfianza es un virus sibilino que penetra en las relaciones entre dos personas. Puede permanecer quieto y silencioso y manifestarse de repente, haciendo que todo explote. Reconstruir estas relaciones es muy complejo. Una vez tomado, el antídoto resulta difícil de integrar con nuestras emociones y sentimientos. Hay componentes como la sobrecarga de responsabilidad, la búsqueda de perfeccionismo culpa y dudas sobre cómo resolver la situación. No es una misión imposible pero sí un camino muy arduo.

Tu desconfianza me perturba y tu silencio me ofende.

(Miguel de Unamuno)

Todo parece indicar que la vacuna funciona mejor que el antídoto. En otras palabras lo ideal es colaborar con tu pareja sin descuidar las pequeñas cosas que al final nos afectan. Las parejas que tienen un espacio compartido para quejarse son las que tienen mayores posibilidades de tener una relación sana. Aunque parezca increíble, existe evidencia científica que respalda esta tesis.

La matemática Hanna Fry mostró en una conferencia una fórmula en forma de ecuación que puede ayudarnos a entender por qué es bueno no ignorar las sospechas. El punto más importante de la ecuación es que Los dos miembros de la pareja se influyen mutuamente. Para que esta influencia se haga evidente, comunicación debe ser continuo . Las parejas que tienen un futuro mejor a la vista no ignoran las tonterías, sino que reequilibran continuamente la relación, a menudo incluso de forma automática o inconsciente.

Sorprendentemente, la comprensión y el compromiso no son los pilares de una pareja. Es cierto que son fundamentales pero al final si no nos comunicamos en situaciones de desconfianza estos dos elementos no serán suficientes para mantener nuestra relación. Lo más importante es cuidar los espacios comunes de diálogo, prestando atención a los pequeños problemas cotidianos y a la influencia mutua.

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