
La publicación del libro Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola parece haber inaugurado un nuevo arquetipo de mujer: el de la loba.
La premisa básica de este libro es que toda mujer lleva dentro de sí un espíritu salvaje, el espíritu de la loba. En él reside una energía vital y poderosa que hace de la espontaneidad su forma natural de ser. Este animal femenino también es feroz y sabe protegerse de los depredadores y vence la falta de experiencia y la ingenuidad. La loba posee fuerza y sabe sacarla a relucir cuando ha estado dormida durante un largo periodo de tiempo.
amar el placer
-Clarissa Pinkola-
El lobo ha sido un animal estigmatizado y en ocasiones despreciado. Su lado salvaje no es pura ferocidad. Sabe cómo ser la matriarca de la manada y cómo liderar su grupo. Es capaz de convertirse en el líder por otros sin miedos ni complejos. Aprende de la experiencia y sabe cuidarse.
La loba y la mujer moderna
Aunque la mujer moderna ha alcanzado inmensos objetivos y posiciones de poder, todavía está muy lejos de su esencia de loba salvaje.

Ser mujer es un privilegio. Sin embargo, la cultura ha enterrado esta realidad muchas veces por culpa de las propias mujeres.
En los albores de la humanidad, el lobo realmente ocupó su lugar. Hoy en día, por el contrario, todo lo femenino está devaluado. Muchas mujeres intentan seguir el camino de autonomía por el camino trazado por los hombres. Una loba salvaje no es un lobo: es un animal salvaje y decidido que aprecia la feminidad que la caracteriza.
En particular una loba no acepta el dominio de otros sobre su cuerpo. Baila solo o acompañado. Abrazo y apoyo. Es alegre y conecta con sus deseos e instintos. No deja que nadie le diga cuánto debe pesar cuando tenga hijos ni cómo debe comportarse para que la aplaudan.
El desafío de la loba
Con el tiempo, la cultura ha ido imponiendo prototipos como los de la mujer buena y la mujer mala. La primera es respetable, un auténtico conjunto de virtudes a juicio de muchos. La mala mujer, en cambio, pone en riesgo la estabilidad porque propone novedad. En muchas sociedades estas mujeres son apodadas prostitutas pero también lobas. Son ellos los que provocan discusión y escandalizan.

Roma, que fue la capital del mundo, fue fundada por Rómulo y Temo, dos niños abandonados que sobrevivieron siendo amamantados por una loba. En la Roma clásica, las prostitutas no eran mujeres que ofrecían sexo al mejor postor.
Eran mujeres educadas que conocían la política, la astrología, las matemáticas y muchas otras disciplinas. No ofrecían simplemente sexo sino compañerismo total. Eran oradores hábiles. El concepto era similar al de las geishas japonesas.
El lobo no pregunta y ofrece. No pide, da. Sin embargo, no se puede domar. Si actúa así se siente poderosa y no sumisa. Sabe que puede partir en cualquier momento sin haber elegido un destino antes de partir. Sabe que se pertenece a sí misma y por eso puede entregarse a los demás. No tiene miedo porque es libre. No tiene miedo de sufrir porque sabe que es fuerte.
La loba es grande amigo leal y protector. También es muy espiritual: orienta su vida hacia valores universales no hacia metas mensuales. Ama el arte porque es la mejor forma de libre expresión. Ámate a ti mismo sin caer en el narcisismo o el egoísmo. Y aún hay más: en cada mujer vive un lobo salvaje. Sólo hay que tener el coraje de despertarlo.
Imágenes cortesía de Lucy Campbell