
Familias disfuncionales comúnmente conocidas como familias tóxicas
Entre otras cosas es común en estas familias que yo niños son blanco de ataques psicológicos o físicos que perjudican el crecimiento saludable y el desarrollo de un clima emocional estable. En todo caso Hay tantas familias tóxicas como diferentes tipos de conductas destructivas.
Sin embargo, cuando dentro de un sistema familiar están presentes determinadas características podemos hablar de un entorno emocional ambivalente que puede identificarse muy fácilmente. ¿Pero cuáles son estas características? Veamos algunos de ellos.

1) La ausencia de individualidad
En las familias tóxicas no hay respeto por el espacio vital de los miembros; termina
Los miembros de esta familia finalmente se sienten obligados a permanecer juntos y no mantienen vivo el vínculo por voluntad propia. La unión en realidad no es más que una árida presencia. Una persona contaminada por un contacto tóxico que socava su individualidad se convierte en víctima de la necesidad de aprobación.
Esto implica asumir responsabilidades disonantes y poco saludables. Los miembros de la familia adquieren actitudes extremas de sobreprotección o agresión que impiden un desarrollo socioemocional saludable.

2) Sobreprotección o indolencia total
Volvemos a hablar de situaciones extremas. Como sabemos, ningún exceso es bueno. Cabe señalar hiperprotección es exactamente lo contrario de la autonomía y la libertad y genera una fuerte dependencia y un grave daño emocional.
Si evitamos dañar a nuestros seres queridos, les privamos de la posibilidad de crecer y aprender a desarrollar sus propias estrategias personales de resolución. . Surge así un intenso y destructivo sentimiento de inutilidad.
Las personas sobreprotectoras obtienen grandes beneficios secundarios del cuidado excesivo, volviéndose así dependientes de sus pupilos y controlando sus vidas en todos los aspectos. Esto es en cierto sentido sinónimo de manipulación.
En el otro extremo existe una apatía total hacia el crecimiento o el contacto emocional dentro de la familia. Se trata de una situación muy cercana al abandono, una de las grandes heridas de la infancia que persiste en el mundo adulto.

3) La regla de lo que no se habla no existe
Evite confrontar comunicación se encuentra totalmente deteriorado. En realidad, la incomunicación verbal no implica incomunicación porque incluso el silencio puede comunicar.
En este caso, el silencio transmite tensión y peligro, dejando a los sujetos vivir con el mensaje discordante y autodestructivo de que todo está bien, nada está mal.
No hablar de conflictos crea auténticas bombas emocionales que crecen con el tiempo hasta que se vuelven capaces de derribar un castillo entero cuando un día explotan de repente. El estallido conduce a la destrucción de todo rastro de bienestar, aunque sea sólo aparente.

4) La falta de flexibilidad y los límites vagos
La ausencia de flexibilidad en todos los ámbitos choca con la ausencia de límites saludables. Si uno de los miembros de la familia cambia, se produce el máximo dramatismo. Los familiares harán sonar mil alarmas si uno de ellos comienza a amarse y cambia de actitud.
Los roles se establecen mediante reglas no escritas, por lo que cualquier cosa que pueda poner en peligro la comodidad familiar dará lugar a comportamientos extremos y trágicos.
También podemos encontrarnos en una ausencia total y absoluta de límites que imposibilita la autorregulación a nivel emocional. También en este caso hay una tendencia al dramatismo, velado o no.
Estas cuatro características son la base sobre la que descansan los mecanismos familiares tóxicos o las familias disfuncionales. Ser consciente de esto puede ayudarte a salvar tu individualidad y la de las personas que te rodean.