
En los últimos años nos hemos acostumbrado a términos como imagen fantasma (desaparecer de la vida emocional de una persona sin dar explicaciones) o orbital (terminar la relación con una persona pero seguir interactuando con ella a través de las redes sociales). Ahora Parece casi necesario introducir una nueva palabra en esta lista: zombie .
Independientemente de que podamos apreciar o no esta serie de sustantivos de origen anglosajón, hay un hecho innegable. Dar nombre a estos fenómenos profundamente ligados al mundo de las nuevas tecnologías es hoy una necesidad porque estos medios han cambiado la forma en que nos relacionamos y sobre todo la forma en que construimos (o destruimos) nuestras relaciones de pareja y amistad.
Zombis define un comportamiento que quizás nos resulte familiar: se refiere a esa persona que desapareció sin decir nada y que milagrosamente vuelve a la vida. Lo hace hasta el final un mensaje de texto en WhatsApp o un comentario en perfiles sociales. Alguien que creíamos desaparecido regresa a nuestro presente con absoluta normalidad y con un propósito: recuperar el contacto.
Por extraño que parezca el término zombi, sigue reflejando una realidad que toma forma con demasiada frecuencia. Y lo peor es que estas dinámicas causan un gran sufrimiento.
Si tener que aceptar la inexplicable desaparición de una persona a la que estábamos apegados emocionalmente, ya resulta complicado afrontar su regreso a escena.

Zombiando el regreso de los que se fueron sin despedirse
Imagínese inmerso en el trabajo un momento de relax con amigos o peor aún, nos encontramos con tu nueva pareja y de repente sucede. Recibes una notificación en tu teléfono, echas un vistazo y ahí está.
Esa persona que era importante para ti solo para luego decidir dejar de responderte sin razón aparente regresa a tu presente con una frase alegre con inocencia y hasta sutil encanto.
Suele hacerlo con frases muy banales como: Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te va la vida? Te extraño Hola, vi tus fotos en Instagram; estás en forma. ¿Quieres quedar para tomar una cerveza? Tal situación se llama zombie Término acuñado en 2016.
Al mismo tiempo, estos zombies del siglo XXI tienen la extraña y casi sobrenatural habilidad de regresar justo cuando hemos superado el duelo provocado por su ausencia. Hemos reconstruido nuestras vidas poniendo tiritas a nuestras emociones con vendas y puntos tratando de curar la herida infligidos por su ausencia provocada por ese fantasma que nos dejó casi con los huesos rotos pero de repente... Hay un golpe en la puerta .
¿Qué hacer en estas situaciones? ¿Qué perfil se esconde detrás del fenómeno de zombie ?
Buscadores de combustible para su propio ego
El sujeto está acostumbrado a practicarlo. zombie (comportamiento que proviene por igual de hombres y mujeres) no hace una aparición espectacular para Halloween.
El verdadero zombie en realidad resucita cuando tiene hambre. Su ansiedad que deriva del intento de satisfacer su hambre lo empuja a buscar el contacto con quienes en cierto momento le habían dado lo que más necesitaba: sentirse admirado, amado y objeto de atención.
Podríamos llamarlos dioses narcisistas pero también personas inmaduras y carentes de empatía. Sin embargo, este comportamiento en realidad coincide con múltiples mecanismos. Una de ellas es la fragilidad de las relaciones. No es necesario padecer necesariamente un trastorno de la personalidad: más que recurrir al ámbito clínico, deberíamos verlo todo como una conducta social, un patrón cada vez más extendido.
Quien se fue un día sin motivo no necesita pedir permiso para regresar. Lo hace porque no valora los vínculos ni las relaciones, porque no siente un peso en su conciencia ni cree haber actuado mal.
Los que eran fantasmas y ahora han regresado en forma de zombies dejan que todo fluya sobre ellos porque se mueven impulsados por sus necesidades y apetito. El amor es desechable: se explota, se tira y si quieres hasta puedes reciclarlo.
Si ese ex vuelve a nuestra vida después de un tiempo es principalmente para fortalecer su ego y porque su realidad actual ciertamente no es particularmente estimulante. Necesita nuevos estímulos y por eso espera encontrar en nosotros quienes lo alimenten como en el pasado.

En caso de zombie lo mejor que puedes hacer es no abrir la puerta
Lidiar con los zombis a menudo nos pone en una posición difícil. Viejas heridas se reabren, el equilibrio que habíamos alcanzado tras el fallecimiento de la persona sufre un shock y sobre todo surge la ira y el asombro. Porque estas personas que vuelven a nuestras vidas lo hacen de forma ligera y fascinante, intentando llamar nuestra atención… Como si nada hubiera pasado.
¿Qué hacer en estas circunstancias? En primer lugar, debes tener cuidado. No debemos perder la claridad por muy tentados que estemos por el deseo de leer esos mensajes. escuchar esos mensajes de voz, esas invitaciones que nos transportan a días y momentos pasados. Porque el regreso nunca es casual ni inofensivo. El zombie siempre exige algo, siempre regresa cuando tiene hambre y es capaz de reabrir heridas ya curadas.
El amor no se manifiesta a través de fantasmas o zombies; cualquier relación que duela provoca tristeza y en la que reina el chantaje no es real, no es para nosotros y es mejor mantenerlo alejado.
Dado esto lo correcto es ignorar estos mensajes bloquear su entrada en nuestras vidas y ante todo proteger el terreno sagrado de nuestro corazón.