
Los efectos de la ansiedad en el cerebro son devastadores. El cortisol, la adrenalina y la noradrenalina nos ponen alerta y a la defensiva. En poco tiempo la mente se convierte en terreno fértil para pensamientos irracionales, miedos que devoran y paralizan y para todas las emociones que, como una tarde fría sin luna ni estrellas, oscurecen por completo nuestra realidad. Lo cierto es que existen muy pocos estados psicológicos capaces de alcanzar tal intensidad.
Los estudios demográficos muestran que muchas personas viven con ansiedad crónica. Incapaces de percibir la existencia de otras formas de vivir la realidad, se dejan llevar por la ansiedad sin saber cómo reaccionar. En cambio, otros estudios examinan la llamada ansiedad situacional. hablar en publico afrontar una entrevista de trabajo, un examen o incluso relacionarse con los demás son momentos que levantan la bandera roja de peligro.
-Kurt Goldstein-
Todos hemos lidiado con la ansiedad. Si se divide en dosis precisas, esta respuesta humana natural puede actuar como un impulso válido para nuestros propósitos; cuando se propaga sin control, puede causar graves daños. En poco tiempo tomará el control de nuestras vidas sin que nos demos cuenta. Y cuando esto sucede todo se deforma y pierde consistencia como un cuadro de Kandinsky.

Efectos de la ansiedad en el cerebro
Para comprender mejor el alcance del impacto que induce la ansiedad en el cerebro, en primer lugar debemos hacer una primera distinción importante entre ansiedad y estrés . Este último deriva de un proceso de activación fisiológico obtenido como resultado de diversos factores externos. Es decir, siempre hay un elemento concreto que lo desencadena, ya sea presión en el trabajo, exceso de responsabilidad, problemas familiares o cualquier otra cosa. El estrés aparece cuando nos damos cuenta de que no tenemos suficientes recursos para hacer frente a los estímulos externos.
La ansiedad, en cambio, es algo mucho más complejo. A veces puede aparecer como resultado del estrés pero en muchas ocasiones es una emoción que nos encontramos experimentando sin saber por qué . Es un factor interno que puede aparecer en distintos momentos, una respuesta fisiológica que nos prepara para escapar o luchar contra una amenaza (real o no).
Todo esto hace que la ansiedad sea diferente del estrés y a su vez mucho más difícil de gestionar. Veamos por qué.
Amígdala
L' amígdala es una pequeña estructura presente en las capas más internas del cerebro . Procesa e interpreta todas las señales sensoriales que provienen del entorno, alertando al cerebro de la presencia de una amenaza o peligro del que defenderse. Es ese sensor instintivo (y a veces irracional) el que nos hace reaccionar ante peligros comunes como las arañas, la oscuridad, las alturas…

Hipocampo
El hipocampo está vinculado a la memoria emocional . Cuando los efectos de la ansiedad en el cerebro son intensos y constantes en el tiempo, esta estructura se encontrará en grandes dificultades. Se vuelve más pequeño y esta alteración provoca graves consecuencias como pérdida de memoria, problemas de concentración y estrés postraumático. Estos efectos son muy comunes en niños víctimas de mal trato obligados a vivir bajo el peso de un estado constante de miedo, angustia, peligro.
Al respecto, hace apenas unos meses se publicó en la revista Neurona Un descubrimiento interesante y alentador. Resultó que las células responsables de la ansiedad se encuentran en el hipocampo dado que nos da esperanza en la posibilidad de desarrollar fármacos más precisos destinados a combatir este trastorno.
Cortisol, noradrenalina y adrenalina.
La inquietud, la sensación de tensión muscular alerta o la taquicardia son consecuencia de la acción de diversos neurotransmisores. Los efectos de la ansiedad en el cerebro se deben a esta infalible (qué temible) acción conjunta del cortisol, la noradrenalina y la adrenalina.
Entonces, si bien la amígdala es responsable de identificar el peligro, estos neurotransmisores nos empujan a reaccionar. El cerebro nos pide defendernos, escapar y reaccionar. Lo hace haciendo que fluya más sangre a los músculos, acelerando el corazón y llevando más aire a los pulmones.
Este estado de alarma puede ayudar mucho si la amenaza es real. Por el contrario, cuando esto no es así y la activación fisiológica es constante surgen diversos problemas: mala digestión TRASTORNOS hipertensión riesgo de accidentes cerebrovasculares…

¿Cómo podemos contrarrestar los efectos de la ansiedad en el cerebro?
La ansiedad es una respuesta fisiológica, por lo que no basta con decirte a ti mismo que te calmes y que todo estará bien. Si el cerebro establece la presencia de un peligro, nuestro razonamiento será de poca utilidad . En consecuencia es recomendable empezar a trabajar a nivel orgánico y fisiológico corporal.
- Convierte la ansiedad en una ventaja. Manejar la ansiedad no es una cuestión de fuerza de voluntad. No se trata de hacer desaparecer del cerebro esta realidad psicofisiológica. Se trata de aguantar y utilizarlo a nuestro favor. Para conseguirlo podemos hacer uso de terapias artísticas. La plastilina o la pintura, por ejemplo, pueden servir para dar forma a esa ansiedad que, como un monstruo de cuento de hadas, puede volverse pequeña, inofensiva y maleable.
Ni siquiera deberías dudar en consultar a un profesional si no puedes limitar el estado que te provoca ansiedad. Nadie merece vivir afligido por el miedo a permanecer encerrado tras las rejas que la ansiedad crónica, con su oscurecimiento de la realidad, construye a nuestro alrededor.