Cuento zen: ¡mata a la vaca!

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La rutina muchas veces nos atrapa y limita. Pero es tan cómodo y seguro que nos acostumbramos tan rápido que nos olvidamos de él. Sin embargo, el cuento zen de la vaca es una de esas anécdotas que suenan como una campana. A despertar hacia lo que no podemos ver en nuestra vida diaria pero que nos afecta más de lo que pensamos.

Gracias a este historia zen descubriremos el verdadero simbolismo de la vaca qué obtendremos de ella y el grado de dependencia que podemos desarrollar hacia todo lo que nos garantiza. Pero sobre todo nos ayudará a descubrir cuál es la vaca de nuestra vida.

La rutina es otra forma de morir.

-Anónimo-

El cuento zen de la vaca

El cuento zen de la vaca habla de un maestro sabio que caminaba por el campo con su discípulo. Un día se encontraron frente a una casa de madera habitada por un matrimonio con sus tres hijos. Todos estaban en mal estado, con ropas rotas y sucias. Sus pies descalzos afectan terriblemente el entorno que los rodea. pobre .

El Maestro preguntó al cabeza de familia cómo lograban sobrevivir dado que no había industria ni comercio en los alrededores ni tampoco riquezas en los alrededores. Con mucha calma el padre respondió: Mira tenemos una vaca que nos da varios litros de leche al día. Vendemos parte y compramos otras cosas con el dinero. mientras consumimos la otra parte. Para que podamos sobrevivir.

El Maestro agradeció la información, se despidió y se fue. Alejándose dijo a su discípulo: Busca la vaca, llévala al precipicio y empújala hacia el precipicio.

El joven quedó asombrado: la vaca era el único medio de sustento de aquella humilde familia. Pero pensó que su Maestro tenía sus motivos para pedirle tal acto y con gran esfuerzo condujo a la vaca hacia el precipicio y la empujó hacia abajo. Aquella terrible escena quedó grabada en su mente durante muchos años.

Mucho tiempo después el discípulo, sintiéndose culpable por lo que había hecho, decidió dejar al Maestro para regresar a aquel lugar y preguntarle. indulto a la familia al que le había causado un gran daño. Al acercarse notó que todo había cambiado. Una casa preciosa con árboles alrededor, muchos niños jugando y un coche aparcado fuera.

El joven se sintió aún más triste y desesperado al pensar que aquella humilde familia había vendido todo para sobrevivir. Cuando preguntó por ellos le dijeron que siempre estuvieron ahí y no se habían ido. Corrió hacia la casa y se dio cuenta de que efectivamente estaba habitada por la misma familia que en ese momento. Entonces le preguntó al jefe de familia qué había pasado y este respondió con una gran sonrisa:

Teníamos una vaca que nos daba leche y con la que nos ganábamos la vida. Pero un día la vaca se cayó por un acantilado y murió. A partir de ese momento nos vimos obligados a hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que nunca imaginamos tener. Entonces empezamos a tener éxito y nuestras vidas cambiaron.

La comodidad de hacer lo mismo de siempre

Quizás, al igual que el discípulo, usted quedó horrorizado por la decisión del Maestro de arrojar la vaca por el precipicio. Sin embargo esta historia es una metáfora de cómo actuar con aquello que nos hace sentir cómodos pero al mismo tiempo nos limita.

Cuando esa pobre familia se quedó sin el sustento al que se aferraba para sobrevivir, no les quedó más que buscar alternativas. Bueno, en lugar de enfrentar más pobreza, los miembros de la familia encontraron una manera de prosperar que nunca hubieran imaginado. Si la vaca nunca hubiera desaparecido de sus vidas habrían seguido viviendo en la pobreza sin salir de ella sin creer que podían llegar más lejos.

Muchas personas agradecen esos momentos de la vida que aunque dolorosos y difíciles les obligaron a salir de ella. zona segura donde se habían asentado y por tanto permanecían estancados. Como seres humanos buscamos seguridad y comodidad que no nos haga vivir en la incertidumbre. Pero cuando todo esto se derrumba descubrimos habilidades y cualidades que nunca hubiéramos imaginado hubieran permanecido latentes.

El cuento zen de la vaca nos empuja a buscar aquello que nos limita. Puede que sea un trabajo que no nos guste pero que nos dé seguridad económica a final de mes; puede ser la satisfacción de ganar dinero para viajar cuya inseguridad ante posibles imprevistos hace que nunca emprendamos ese viaje…

El cuento zen de la vaca es extraordinario porque nos permite reflexionar sobre nuestra forma de vivir. Especialmente si hay nos quejamos de nuestra vida. No hace falta esperar a que llegue un Maestro para tirar esa vaca del precipicio que tanto nos limita. Hoy podemos mirar más allá de nuestra comodidad para tomar conciencia del potencial que tenemos. Porque no tenemos límites. Nosotros mismos planteamos obstáculos.

cada uno de nosotros

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