
La educación que conduce a la libertad tiene muy poco que ver con imposiciones y nada que ver con gritos. De hecho, se ha demostrado que gritar puede provocar graves daños cerebrales en los niños.
Gritar con intención de educar como relatan algunos estudios no es nada positivo. Detrás de los gritos a menudo se esconde la incapacidad de los padres para transmitir sus enseñanzas de otra manera. Los gritos son una liberación de energía que no siempre logra transmitir el contenido deseado, menos aún cuando los destinatarios son niños.
-Benjamín Franklin-
Gritos de impotencia
Autores como Aaron James afirman que Gritar no te hace tener más razón ni necesariamente te da ventaja en una discusión. Los estudios incluso han hecho referencia al actual presidente estadounidense, Donald Trump. En este sentido, si queremos tener razón, gritar no es la solución. En lugar de alzar la voz, necesitaremos pensar en las razones que nos empujan a pensar de una determinada manera.

Los gritos suelen aparecer cuando una persona pierde el control. . En estos casos es el mensaje y el estado emocional los que se adueñan de la expresividad, llevando a la forma a arruinar el propio mensaje. En el caso de los adultos, el efecto devastador de los gritos se vuelve exponencial si los destinatarios son niños.
Gritar es perjudicial para el cerebro de los niños
Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh ha demostrado que gritar a los más pequeños puede perjudicarles su desarrollo psicológico.
Cualquiera que utilice los gritos con facilidad para intentar dirigir o regañar pone en riesgo la salud de sus hijos. Una de las primeras consecuencias de gritar es que Los niños muestran actitudes agresivas o defensivas.
En el estudio participaron 1.000 familias con niños de entre 1 y 2 años. Se descubrió así que los métodos educativos que implicaban el uso habitual de gritos tenían un impacto visible en niños de 13 a 14 años con la apariencia conducta .
También surgió que Gritar no ayuda a resolver los problemas sino que los empeora. Pensemos, por ejemplo, en el fenómeno de la desobediencia: los padres más tranquilos consiguieron reducir en gran medida el impacto de los gritos.
Otros estudios sobre el tema
Sin embargo, esta no es la única investigación sobre el tema. De la prestigiosa escuela de medicina de Harvard, más precisamente del departamento de psiquiatría, también se desprende que
Después de analizar a más de 50 niños con problemas psiquiátricos derivados de una mala educación y compararlos con 100 niños sanos, los hallazgos fueron alarmantes. Por ejemplo, se descubrió una grave reducción de las fibras nerviosas que conectan los dos hemisferios cerebrales.
Presentando por tanto mayores dificultades de conexión entre las dos partes del cerebro. Los trastornos de personalidad y estado de ánimo son más evidentes, comprometiendo la estabilidad emocional del individuo. Otra consecuencia de este fenómeno es la falta de capacidad para mantener altos niveles de concentración.

¿Cómo podemos dejar de gritar?
Es cierto que a veces los niños nos vuelven locos pero por mucho que perdamos la paciencia Gritar nunca es la solución. Para evitar caer en esta situación se pueden implementar algunas de las siguientes estrategias:
-Goethe-
Bueno, ahora lo sabes. Es vuestra responsabilidad como adultos y personas razonables encontrar métodos alternativos que transmitan un mensaje sin dañar el cerebro de los más pequeños.