Me sorprende cómo a veces la gente hace una promesa de una manera tan sencilla y natural. como si la vida fuera un juego en el que podemos prometer cualquier cosa sin siquiera saber si en el futuro podremos cumplir nuestra palabra. De esta manera ya nadie se verá obligado a hacer nada. Cuando se trata de temas que son de vital importancia para algunos pero no tanto para otros tengo la sensación de que Las promesas son ahora un hábito anticuado. .
Es mejor no recibir promesas porque entonces podemos aceptar que pocos respetarán sus compromisos. . Todos hemos escuchado a nuestros abuelos hablar de los viejos tiempos cuando cumplir una promesa era casi una cuestión de vida o muerte. Y no me refiero a las promesas de amor que, como bien sabemos, son las que menos se respetan. No importa si la promesa es algo trivial o muy importante, el compromiso que asumimos cuando decimos que haremos o daremos algo debe ser suficiente para asumir la responsabilidad de hacerlo.
Nunca debemos olvidar la decepción que sufriría la persona que depositó su confianza en nuestra promesa, sin mencionar la tristeza o el enojo que sentimos cuando somos nosotros quienes recibimos esta amarga decepción. Debemos honrar las promesas, ¿es como dar nuestra palabra o quizás incluso las palabras ya están anticuadas?
Además, nuestra palabra es el único bien valioso que poseemos, no lo olvidemos. Los objetos materiales son meras circunstancias y un día puede que de repente nos encontremos sin nada. . No deberíamos darles
Es lo único que nadie nos podrá quitar pero lo perdemos poco a poco cuando hacemos promesas que sabemos que no podemos cumplir cuando prometemos que saldremos a caminar cuando hacemos trampa
Cuando se trata de promesas, es mejor que sean pocas y verdaderas que muchas y falsas. . Si no podemos o no queremos cumplir una promesa, lo mejor es Estás dispuesto a cumplir esa promesa pase lo que pase.
