
La ambivalencia afectiva es una emoción compleja que da lugar a contradicciones y tensiones. Un ejemplo de esto es cuando amamos y odiamos a alguien al mismo tiempo. Sentir un fuerte cariño por una persona cercana pero también experimentar cierto resentimiento hacia ella. Amar a un amigo pero sentir que esa relación es dañina…
¿Por qué el hombre experimenta sentimientos conflictivos y adversos? ¿Es este un fenómeno normal o responde a algún desequilibrio? La respuesta es sencilla: estamos ante una realidad perfectamente normal que a su vez define la alta complejidad del ser humano en el ámbito emocional.
Este tema también está despertando el interés de la comunidad científica, contando con un buen número de investigaciones y estudios al respecto. Un fenómeno que a primera vista tiene algo de romántico o shakesperiano para neurólogos, psiquiatras y expertos en psicología emocional responde en cambio a una Mecanismo preciso que refleja cuán intrincado puede ser el tejido emocional de nuestras relaciones.
Así, autores como Frenk Van Harreveld, del departamento de psicología de la Universidad de Amsterdam, nos señalan cómo la ambivalencia afectiva determinar no sólo lo que sentimos. De hecho, esta complejidad interna nos empuja a comportarnos de una forma u otra. Por ejemplo, durante el puerperio, algunas mujeres experimentan una clara ambivalencia emocional.
Aman a su bebé recién nacido pero durante los primeros meses pueden probar un mezcla caótica de emociones que van desde la angustia hasta el rechazo pasando por la ternura y el miedo por la alta dependencia del niño.
Sabes que cuando te odio es porque te amo con una pasión que desquicia mi alma.
-Julie de Lespinasse-

Ambivalencia afectiva: características
La ambivalencia afectiva la experimentan (en términos agradables o desagradables) todos los seres humanos. . Cuando hablamos de emociones es fácil que nos vengan a la cabeza nombres como este Daniel Goleman o Paul Eckman. Pues cabe subrayar que este tema se viene estudiando desde principios del siglo XX.
Fue el psiquiatra Eugen Bleuler quien describió por primera vez la ambivalencia afectiva en 1911.
Desde entonces el campo de la psicología ha estado constantemente interesado en un tema que parece tocar áreas distintas. Pero hay más a pesar de que la ambivalencia emocional sea así común en nuestras relaciones emocionales En los últimos años la psicología social también ha comenzado a interesarse por el tema.
¿La razón? Muchas de las decisiones que tomamos están orquestadas por contradicciones. (Quiero comprar esto pero ahora no puedo, quiero mudarme a ese país pero no tengo el valor de salir de mi casa, etc.).
La contradicción genera malestar
La ambivalencia afectiva o emocional genera un gran malestar. Si hay algo que perturba al cerebro humano son las contradicciones y los puntos no alineados.
La energía y el desperdicio que producen estas disonancias son inmensos. Hasta el punto que a veces Nos quedamos atrapados en sentimientos contradictorios. como cuando somos conscientes del fuerte amor o cariño que sentimos por algo o alguien pero nos retrata un sentimiento de angustia, rechazo o incluso odio.

Podemos amar a una persona pero odiar su comportamiento, sus actitudes y su forma de tratarnos. Todo esto se remonta fácilmente a la fase de la adolescencia, un momento de nuestro ciclo vital en el que reina la contradicción donde la búsqueda de nuevas experiencias va acompañada del miedo, la ansiedad, el deseo, la intensidad y la angustia, todos juntos. No es fácil metabolizar tantos sentimientos encontrados.
La ambivalencia emocional nos empuja a decidir
Sabemos que la ambivalencia emocional es sinónimo de contradicción. Bien adquiere un papel positivo cuando nos empuja a decidir, aclarar o incluso aceptar determinadas situaciones. Una madre que atraviesa el difícil período del puerperio se irá acostumbrando poco a poco a su nueva realidad.
Cuando amamos y odiamos a alguien nos vemos obligados a comprender la complejidad de este sentimiento. ¿Pesa más el amor? La contradicción es normal en un relación apasionada con tu pareja ? ¿O tengo que tomar conciencia de mi odio para tomar una decisión?
La Dra. Laura Ress de la Universidad de Michigan realizó un estudio en 2013 para demostrar un aspecto interesante. La ambivalencia afectiva promueve la autoconciencia. El malestar generado es de hecho un elemento que nuestro cerebro debe calmar y resolver.
Se ha demostrado cómo estas contradicciones potencian nuestra creatividad, llevándonos a buscar canales para pensar, desahogarnos y encontrar respuestas originales para resolver esta contradicción.

Cada vez que nos sentimos atrapados en estos laberintos personales perseguidos por el Minotauro de la contradicción emocional debemos detenernos escucha y espera. Quizás haya algo que debamos resolver o aceptar.
La vida en sí misma es contradictoria y por tanto también los afectos. Amar no es fácil y requiere de una gran responsabilidad y compromiso primero hacia nosotros mismos y luego hacia los demás. Piénselo.