
Llamamos miedo al sentimiento de angustia que sentimos ante una situación real o imaginaria de peligro o amenaza. El miedo en el cerebro Es el resultado de la activación de un sistema de alarma adaptativo ante un peligro. lo que desencadena cambios fisiológicos, conductuales y cognitivos encaminados a la supervivencia.
La investigación neurocientífica siempre ha relacionado el miedo con una estructura cerebral llamada amígdala. Este se encuentra en el sistema límbico y juega un papel crucial en la búsqueda y reconocimiento de señales de peligro, además de estar vinculado a otras emociones. La amígdala suele estar inactiva pero se activa ante una amenaza.
Más recientemente se ha descubierto que el miedo activa otras estructuras y redes dentro de nuestro cerebro que, en conjunto, preparan nuestro cuerpo para enfrentar la amenaza. Un metaanálisis reciente encontró que la amígdala no es la principal área del cerebro relacionada con el miedo. ¡Descubramos más!
Aprendiendo sobre el miedo
Incluso si el miedo surge de forma natural Los seres humanos aprenden la mayoría de sus miedos. Este fenómeno se llama condicionamiento del miedo y puede ocurrir intencionalmente.
Este tipo de aprendizaje pavloviano es generado por emparejamiento de un estímulo neutral (por ejemplo, un cuadrado) y un estímulo hostil (por ejemplo, un ruido fuerte).
El estímulo neutro que inicialmente no provocó ninguna reacción acaba provocando una respuesta condicionada en este caso la de taparse los oídos.
El aprendizaje por miedo aparece en trastornos en los que la persona no experimentó inicialmente ningún sentimiento negativo en respuesta a un evento. . Por ejemplo, una persona que antes cogía el transporte público con facilidad pero que, tras algunos ataques de pánico y la consiguiente sensación de morir, le aterra volver a coger un autobús.
Miedo en el cerebro y áreas involucradas.
El miedo en el cerebro activa áreas cerebrales. se resumen a continuación: corteza insular, corteza cingulada anterior dorsal y corteza prefrontal dorsal.

La expresión del miedo en el comportamiento.
Cuando sentimos miedo nuestro cerebro responde rápida e involuntariamente. Pone en marcha una compleja red que impulsa a nuestro cuerpo a escapar de esta situación.
Tras la actividad de la insulina empezamos a sudar, los latidos de nuestro corazón se aceleran preparándose para escapar y nuestras piernas se activan. Por tanto, desencadena respuestas fisiológicas para preparar nuestro cuerpo para correr. La corteza cingulada anterior centra nuestra atención en el peligro, activando los mecanismos cognitivos necesarios para afrontar la situación (por ejemplo, elegir entre pedir ayuda o salir corriendo). En una palabra El cerebro nos permite sobrevivir.
Sin embargo si la reacción o los pensamientos de huida son excesivos se puede producir un patrón de conducta desadaptativo como se mencionó anteriormente. Por ejemplo cuando ya no podemos salir de casa.
En estos casos, es la ínsula la que interpreta como amenazante un estímulo que en realidad no lo es, o la corteza cingulada la que nos hace concentrarnos en estímulos neutros; del mismo modo que tendemos a escapar o evitar un estímulo no amenazante bajo la influencia de la corteza prefrontal. En otras palabras, el daño se visualiza de antemano en una situación inofensiva. transformando el miedo en patología .