
Cuando hablamos de ciclos nos referimos a aquellos procesos vitales que comienzan, se desarrollan y terminan. Así que aunque, para ser sinceros, nunca nada termina del todo, es importante aprender a cerrar ciclos cuando el círculo se cierra para poder avanzar y evitar quedarse quietos.
Para lograrlo, primero debemos entender la diferencia entre un ciclo que termina y el concepto de pérdida en sí. El cierre de las grandes fases de nuestra vida presupone a menudo pérdida y dolor, pero no necesariamente tiene que ir acompañado de la profunda tristeza y el intenso dolor típicos de la pérdida en sí misma. En otras palabras Si bien el cierre de un ciclo puede implicar pérdidas, éstas no siempre son necesarias.
Es un gran error arruinar el presente recordando un pasado que no tiene futuro.
-Autor anónimo-
Cerrar un ciclo afecta directamente a lo que sucederá a continuación futuro . Si el ciclo, cualquiera que sea, permanece abierto, inevitablemente interferiría con el desarrollo personal. . Un poco como no reparar un grifo que gotea esperando que la fuga no tenga un impacto en términos de costes económicos y ecológicos. Veamos juntos algunos consejos para aprender a cerrar ciclos correctamente.
Aprende a cerrar ciclos correctamente
1. Déjalo ir
Los seres humanos tendemos a aferrarnos a lo que sabemos por muy malo que sea. El hábito es una fuerza muy poderosa. lo que nos empuja a mantener la inercia. Preferimos resentirnos por lo que sabemos que comenzar una nueva aventura de la que sabemos poco.

Según lo dicho, es fácil, por tanto, encontrar cierta resistencia a cerrar los ciclos. A una parte de nosotros le gustaría seguir con la misma situación sin querer correr el riesgo de las incertidumbres que supone afrontar una nueva.
Por tanto, el primer paso es dejarse llevar. Un ciclo termina cuando el proceso termina y de éste no quedan más que fragmentos. El cierre sólo puede ocurrir conscientemente. Incluso cuando ya no queda nada a qué aferrarse pero sigues apegado a ello. Dejar ir es una manera de reconocer la nueva realidad de los hechos.
2. Di adiós y haz balance
Incluso si cerrar un ciclo significa abandonar una realidad que nos hace daño, hacerlo dará lugar a una fase de dolor . Importantemente es fundamental darnos la oportunidad de vivir plenamente la tristeza que trae consigo cada cierre para despedirnos mejor de lo que estamos a punto de abandonar . Y la mejor manera de hacerlo es construir un recuerdo de la experiencia.
Los ciclos no terminan escondiendo la cabeza en la arena como lo hacen los avestruces. Tampoco dando la espalda para no sentirnos mal. Lo correcto es revisar paso a paso cada una de las experiencias vividas durante ese ciclo. Identificar el inicio, los momentos más relevantes y las sensaciones sentidas.
A partir de esta investigación es posible hacer un balance y evaluar las experiencias positivas y difíciles vividas durante el ciclo. Lo que se aprendió y lo que no. Qué aporte ha habido a nuestro crecimiento y cómo las experiencias nos han limitado. Esta es la mejor manera de decir adios .
3. Es hora de aprender
Aprender a cerrar ciclos tiene como principal objetivo hacer las paces con el pasado para poder mirar al futuro y afrontar el presente. sin dejarse frenar por lo que ha sido.

La novedad no debería asustarnos. Un desequilibrio inicial será muy normal pero verás que en poco tiempo la novedad podrá sacar a relucir toda su positividad. Pasar de lo que sabes a lo que parece incierto siempre tiene ese toque de aventura que requiere aprendizaje, sorpresa y obviamente adaptación. La mayoría de las veces los cambios nos aportan mucho más de lo que nos hacen perder.
Necesitamos aceptar el cambio como si fuera un nuevo amigo. Debemos ver un nuevo ciclo como la posibilidad de poner en práctica lo aprendido anteriormente y ampliar lo que ya sabemos, pulir lo sucio o dar un punto de inflexión al propio crecimiento personal.
Cerrar un círculo es fundamental para nuestra salud mental. No hacerlo nos hará sentir aturdidos y confundidos acerca del futuro. Necesitamos saber dar digna sepultura a lo sucedido y tener la fuerza de decir adiós para acoger la noticia con los brazos abiertos.