
Hay personas que en un determinado momento sienten que el camino que están siguiendo está completamente desprovisto de significado . Ninguna de las posibilidades que tienen ante ellos parece tener sentido para ellos, por lo que se desesperan en sus innumerables intentos fallidos de hacer un cambio que borre este sentimiento. No hay futuro, no hay metas ni objetivos. No sabes qué hacer con tu vida.
Todos nos hemos sentido así como si estuviéramos en un callejón sin salida. Se siente un gran vacío interior, no hay nada fuera y poco dentro. Seguimos buscando a los culpables pero la verdad es que esta situación
Aunque no queramos admitirlo, todo lo que hemos hecho hasta este momento, nuestras decisiones, nuestros derroches, nuestra forma de vivir nos han llevado a seguir este camino que parece no tener salida.
Una oportunidad para redescubrirte a ti mismo
Cuando no sabes qué hacer con tu vida cuando has llegado a ese punto en el que no encuentras una salida a pesar de la angustia, la ansiedad, las ganas de salir de ello, tienes que encontrar ellos mismos.
¿Cuándo empezamos a centrarnos en los demás y a olvidarnos de nosotros mismos? ¿Cuándo dejamos de preguntarnos qué quieren hacer realmente? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que qué hacer con nuestras vidas pasó a ser la menor de nuestras prioridades? Nuestra forma de vida nos lleva a poner el piloto automático y actuar como si fuéramos robots inconscientes del momento presente.

Cuando te encuentras en un callejón sin salida sin saber qué hacer con tu vida entonces tienes que frenar. Es el momento perfecto para tomar conciencia de ti mismo y de lo que te rodea para conectar nuevamente con el mundo exterior e interior. nosotros mismos y lo que nos rodea.
Nuestros deseos, nuestras esperanzas, lo que realmente nos motiva estarán ahí para mostrarnos todas las metas que teníamos pero que durante mucho tiempo no quisimos ver porque nos desviamos de nuestro camino. Pensamos que no hay salida cuando en realidad la solución está dentro de nosotros . La motivación viene de dentro pero para que llegue necesitas saber lo que quieres.
En nuestro interior sabemos cuál es el camino correcto. Excepto que el tiempo que vivimos en piloto automático ha dormido nuestros instintos, haciéndonos sentir perdidos.
Es cierto que al principio cuando no sabes qué hacer la reacción es darte vuelta y patear e intentar correr en todas direcciones como si fuéramos un caballo desbocado. Pero necesitas llegar al punto en el que te des cuenta de que necesitas detenerte y tomar conciencia de lo que acabas de mencionar.
Si no sabes qué hacer con tu vida necesitas empezar a aceptar la realidad.
Es un paso muy importante para cambiar la situación. Sin embargo, también es probable que nos demos cuenta de que aceptar la realidad fue lo que nos llevó a encontrarnos en este callejón sin salida.
Tendemos a vivir con varios esperanzas de heredar sobre cómo deberían ir las cosas . Termino mis estudios, encuentro un trabajo luego el amor de mi vida con quien tendré hijos y seré feliz. Suena perfecto ¿verdad? Es el ideal al que aspira mucha gente. ¿Y si todo fuera diferente?
Las expectativas que tenemos no nos dan la más mínima garantía de que las etapas de nuestro viaje sean exactamente estas. . Lo más probable es que surjan problemas, dificultades y adversidades que nos harán sentir frustrados, enojados, decididos a negarnos, en muchos casos porque lo que nos sucede no cumple con nuestras expectativas.
Si nos abruma una gran indecisión tal vez es hora de consultar a un especialista con el que podemos descubrir si lo que hay que hacer es volver a identificar la encrucijada en la que nos perdimos o si la solución es buscar alternativas para seguir por la misma encrucijada en la que ahora estamos estancados. Muchas veces la elección de una opción u otra dependerá del precio que estemos dispuestos a pagar para intentar alcanzar un objetivo u otro.

Hay momentos más propicios que otros para tener esta crisis existencial. Quizás la primera sea cuando nos hacemos adultos cuando tenemos que elegir a qué queremos dedicarnos y cómo queremos que sea nuestra vida. El segundo llega a una edad más madura alrededor de i. 40 años con una crisis conocida por todos aquellos que dejan atrás una etapa de la vida para comenzar otra.
Las expectativas a veces nos impiden ser flexibles ante los problemas y dificultades que puedan surgir.
En muchos momentos de cambio cuando pasamos de una fase a otra podemos sentirnos perdidos. Es una sensación natural y en principio no debería asustarnos. Sin embargo si sucede debemos evitar que el sentimiento de malestar nos lleve al abandono . Los momentos de cambio son también momentos de inteligencia y paciencia para decidir con la cabeza pero también para tomar la decisión correcta con confianza. Independientemente de lo que elijamos, no faltarán personas que nos dirán que lo estamos haciendo mal.
Retrocediendo o buscando alternativas, en cualquier caso todas las situaciones tienen salida. A veces es lógico y predecible, otras sorprendentemente arriesgado y enigmático. El primero es de fácil acceso; en cuanto a la segunda, como ya hemos dicho, no nos dejemos abrumar por agitación que sobre todo nos impide ver oportunidades .