
El material más fuerte que existe no es el grafeno ni el diamante es el alma resiliente un corazón que ha cosido con hilo de oro las heridas más graves infligidas por la adversidad. Este concepto no es otra cosa que el ingrediente de la felicidad, es una actitud ante la vida y la esperanza que nos invita a seguir adelante.
Decir que vivimos un periodo resiliente es claro, las circunstancias nos invitan a hacerlo aunque sabemos muy bien que no es algo que se pueda conseguir siempre con la misma eficacia. No todo el mundo afronta de la misma manera una situación estresante o una dificultad personal . Cada uno de nosotros arrastra detrás de nuestras anclas océanos de injusticia, mares degradantes y no siempre sabemos cómo liberarnos de ellos.
De nada sirve volver al pasado y a lo que ya no existe.
Frédéric Chopin
Nuestra cultura se caracteriza por ciertos aspectos. Vivimos en un mundo acostumbrado a doblarse etiquetas : eres inteligente, eres feo, estas obsesionado, eres un fracasado, el otro es débil y el otro es fuerte .
La obsesión por los extremos y las etiquetas nos lleva muchas veces a un estado de absoluta desesperación en el que dejamos de creer en nuestro potencial, aislándonos en nuestro rincón privado en nuestro sufrimiento, lágrimas y desaliento. A veces no basta con decir que todos podemos ser resilientes porque La resiliencia y esto es importante rara vez conduce a la soledad. .
Necesitamos la confianza de alguien y la proximidad de un entorno empático y solidario.

¿Por qué algunas personas son más resilientes que otras?
El secreto que hace que algunos sean más resilientes que otros reside en la capacidad del cerebro para tolerar o resistir situaciones estresantes . Existe, por tanto, un factor biológico que la neurociencia se ha encargado de estudiar. De hecho, estudios como el publicado en la revista Naturaleza nos permiten comprender mejor este fascinante pero al mismo tiempo complicado proceso que da forma al cerebro resiliente.
Los principales mecanismos que determinan una menor o mayor resiliencia son los siguientes:
Como ves, estos tres factores pueden hacernos más vulnerables, influyendo en la imagen que tenemos de nosotros mismos como personas débiles y del mundo como una amenaza. Sin embargo, debemos evitar abrazar este pensamiento. Nuestro potencial está ahí como el barco esperando surgir del abismo como el pájaro que camina sobre dos patas porque olvidó que tiene alas para volar .

El alma resiliente sabe que no tiene sentido luchar con el mundo.
Muchos de nosotros pasamos por la vida enojados con el mundo. Resentimos a nuestros padres por sus ausencias o los vacíos que dejan. Odiamos a quienes se atrevieron a hacernos daño, a quienes nos abandonaron, a quienes nos dijeron ya no te amo o a quienes nos dijeron te amo pero era mentira. Odiamos esta compleja realidad competitiva y, a veces, en los casos más extremos, odiamos la vida misma. .
Cuando no podemos cambiar una situación, estamos llamados a cambiar nosotros mismos.
Víctor Frankl
Dirigimos nuestra mirada y nuestra energía hacia afuera como quien golpea continuamente un saco de boxeo hasta quedar cansado y exhausto sin fuerzas. Lo creamos o no, la resiliencia no es una armadura dorada con la que ser más valiente y hacer desaparecer todos los demonios externos. Porque no tiene sentido usar uno armadura inexpugnable si no prestamos atención primero a los heridos que se esconden en su interior .

La armadura más fuerte es nuestro corazón nuestra mente recubierta de resiliencia autoaprobación autoestima esperanza renovada . De hecho, aunque nos cueste admitirlo, hay batallas que es mejor dejarlas perdidas porque dejar el pasado en el cajón de los recuerdos es la única manera de vivir el presente y significa evitar que el entusiasmo se escape de nuestras heridas.
Poco a poco dia tras dia de ese entusiasmo crecerán nuevos proyectos, nuevas personas y nuevos vientos de quienes traen sonrisas que erradican la mala hierba del pasado. .
Con el tiempo llegará el momento en que seremos capaces de mirar al pasado sin miedo y sin ira. La calma llegará porque por fin nos hemos dado lo que tanto merecemos: ser felices.