Experimento de la prisión de Stanford

Tiempo De Lectura ~7 Mínimo
Este experimento fue inventado por un profesor estadounidense para estudiar el comportamiento humano en ausencia de libertad.

El efecto Lucifer: ¿nos volvemos malvados? es el título del libro en el que Felipe Zimbardo presenta su experimento en la prisión de Stanford, uno de los experimentos más relevantes en la historia de la psicología. Sus resultados cambiaron la visión de los seres humanos sobre cuánto puede influir el contexto en el que nos encontramos y cuánto control tenemos sobre nuestros comportamientos.

En este libro Zimbardo nos hace la siguiente pregunta: ¿Qué lleva a una buena persona a actuar mal? ¿Cómo se puede persuadir a una persona de valores correctos para que actúe de manera inmoral? ¿Dónde está la línea divisoria que separa el bien del mal y quiénes corren el peligro de cruzarla? Antes de intentar encontrar respuestas, averigüemos qué es el experimento de la prisión de Stanford.

Experimento de la prisión de Stanford: orígenes

Philip Zimbardo, profesor de la Universidad de Stanford, quiso investigar al ser humano en un contexto de ausencia de libertad .

Para lograr este objetivo, Zimbardo propuso simular una prisión en algunas instalaciones de la Universidad. Luego los llenó de prisioneros y guardias. Así que para su experimento Zimbardo reclutó a algunos estudiantes que, a cambio de una pequeña suma de dinero, estaban dispuestos a desempeñar estos papeles.

En el experimento de la prisión de Stanford participaron 24 estudiantes divididos aleatoriamente en dos grupos (prisioneros y guardias de prisión). Para aumentar el realismo y lograr una mayor inmersión en estos roles los prisioneros fueron arrestados por sorpresa (con el apoyo de la policía) y luego en la prisión simulada dentro de la Universidad de Stanford fueron vestidos como prisioneros y se les dio un número de identificación. Los guardias recibieron un uniforme y una antorcha para identificarse mejor con su rol de autoridad.

Experimento de la prisión de Stanford y el mal

Durante los primeros momentos del experimento, la mayoría de los prisioneros se comportaban como si se tratara de un juego y su inmersión en el rol era mínima. Por el contrario, los guardias para reafirmar su papel como autoridad y para que los presos se comportaran como tales comenzaron a realizar recuentos diarios y controles injustificados.

Los guardias comenzaron a obligar a los prisioneros a respetar ciertas reglas durante la época de los conteos. cómo cantar su número de identificación; en caso de actos de desobediencia a las órdenes debían realizar flexiones. Estos juegos u órdenes inicialmente inofensivos se convirtieron al segundo día en humillaciones reales o violentas contra los prisioneros.

Los guardias castigaban a los presos dejándolos sin comida o impidiéndoles dormir, los mantenían encerrados durante horas en un armario, los obligaban a permanecer desnudos hasta obligarlos a simular prácticas de sexo oral entre ellos. Siguiente

El experimento de la prisión de Stanford fue suspendido después de seis días debido a la violencia lo cual fue provocado por la inmersión total de los estudiantes en su rol. La pregunta que ahora nos viene a la mente es ¿por qué los carceleros llegaron a tal nivel de crueldad hacia los presos?

Conclusión: el poder de la situación

Luego de observar la conducta de los guardias, Zimbardo intentó identificar las variables que llevan a un grupo de personas normales -sin síntomas patológicos- a actuar de esa manera. No podemos culpar a la maldad de los estudiantes en el papel de guardias. porque la formación de ambos grupos fue aleatoria y antes del experimento cada estudiante fue sometido a un test sobre violencia y los resultados fueron claros: la defendieron en pocos o ningún caso.

Dado que el factor tenía que ser algo intrínseco al experimento Zimbardo empezó a creer que la situación que se había generado en la prisión había empujado a los pacíficos estudiantes a comportarse con malicia.

Curioso porque lo que nos hacen creer es que el mal es un factor intrínseco a la naturaleza humana y que hay personas buenas y personas malas independientemente del rol o circunstancias en las que se encuentren.

Es decir tendemos a considerar que la fuerza de la propia naturaleza o de personalidad sabes que es más fuerte que la fuerza que puede estar conectada a circunstancias o roles. En este sentido, el experimento de Zimbardo nos demostró todo lo contrario y de aquí viene la revolución de los resultados y conclusiones que del mismo se derivan.

La situación junto con el nivel de conciencia que la persona tiene del contexto le lleva a comportarse de una forma u otra. Así que cuando la situación nos empuja a realizar un acto violento o maligno, si no somos conscientes de ello, no podremos hacer prácticamente nada para evitarlo.

En el experimento de la prisión de Stanford Zimbardo creó un contexto perfecto para que los prisioneros sufrieran un proceso de despersonalización ante los ojos de los guardias. Esta despersonalización fue provocada por diversos factores como la asimetría de poder entre los carceleros y los presos, la homogeneidad del grupo de presos a los ojos de los carceleros, la sustitución de los nombres propios por números de identificación, etc.

Todo esto provocó que los guardias vieran a los presos como presos antes que como personas con las que podían manifestarse. empatía y con quienes -en un contexto real y por tanto fuera del entorno simulado del experimento- compartir un rol común: ser estudiantes.

La banalidad del bien y del mal.

La última conclusión que nos dejó Zimbardo en su libro es que no hay demonios ni héroes -o al menos hay muchos menos de los que pensamos- porque la bondad y la bondad pueden ser en gran medida resultado de las circunstancias más que una característica de personalidad o un conjunto de valores adquiridos durante la infancia. En definitiva, se trata de un mensaje optimista: prácticamente cualquier persona puede realizar un acto malvado pero al mismo tiempo cualquier persona también puede realizar un acto heroico.

Lo único que debemos hacer para evitar cometer actos malvados es identificar los factores que pueden provocar que nos comportemos de manera cruel o malvada. Zimbardo nos deja en su libro un decálogo contra la maldad para poder actuar contra la presión de las situaciones que puedes consultar en este enlace.

Una pregunta que podemos hacernos en este punto es:

Entradas Populares