
Según el DSM-5, la persona con un trastorno de la personalidad tiene una necesidad excesiva y dominante de ser atendida. Esto la lleva a tener un comportamiento sumiso, un apego exagerado a las cosas y personas y un miedo exagerado a la separación.
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. El trastorno de la personalidad aparece en las primeras etapas de la edad adulta.
Síntomas del trastorno de personalidad.
Esta patología se manifiesta en diferentes contextos con cinco (o más) de las siguientes conductas:
- Dificultad para tomar decisiones diarias sin el consejo y apoyo de otras personas.
- Tiene dificultad para expresar su desacuerdo por miedo a perder el apoyo o la aprobación de las personas (nota: no comprende los temores realistas al castigo).
- Le resulta difícil iniciar nuevos proyectos o actuar solo (por falta de confianza en las propias capacidades y criterio y no por falta de motivación o energía).
- Para ganarse la aceptación y el apoyo de los demás, voluntariamente hace cosas que no le gustan.
- Cuando una relación afectiva termina, busca urgentemente otra relación para recibir ayuda y apoyo. Tiene un miedo incontrolado a ser abandonada y a tener que cuidar de sí misma.
Las personas que sufren trastornos de personalidad tienen baja autoestima porque creen que no pueden hacer
Quienes tienen estos pensamientos suelen buscar pareja o personas que puedan hacerse cargo de su vida. Encontrar a alguien que pueda brindar protección es la solución perfecta para quienes se sienten débiles e inadecuados en un mundo hostil y aterrador.
El terapia cognitivo-conductual Al tratar los trastornos de la personalidad, intentar modificar este patrón de pensamientos mejorando la autoimagen del paciente. Para ello utiliza técnicas cognitivas como el descubrimiento guiado, el diálogo socrático, experimentos conductuales y otras técnicas específicas de psicoterapia.

¿Cómo se desarrolla el trastorno de la personalidad?
Como en la mayoría de los casos, este trastorno también se desarrolla a raíz de experiencias vividas por niños o adolescentes. En la base hay un miedo extremo a la soledad debido a la creencia de que uno no es capaz de defenderse del mundo.
A menudo se trata de personas que sufrieron deficiencias emocionales durante la infancia. Estos individuos crecen con un vacío interior que les provoca un sufrimiento que intentan aliviar a través del contacto con los demás, generalmente con la pareja. niños adoptados o en aquellos que llevan mucho tiempo enfermos y no han tenido más remedio que depender de otras personas.
Cuando confías en tus padres y ellos son sobreprotectores, es probable que desarrolles un trastorno de personalidad.
En general podemos decir que estas personas suelen buscar una pareja que las complete. De esta forma consolidan su dependencia de alguien. Son personas con trastornos narcisistas de personalidad que imponen sus decisiones o que no tienen reparos en expresar su opinión de forma autoritario incluso si nadie les pidió su opinión.
La persona que depende de alguien no tiene que hacer ningún esfuerzo en la vida cotidiana: la pareja es responsable de lo que come, de cómo amueblar la casa o de tener o no hijos.
Terapia cognitivo-conductual en el trastorno de la personalidad
La terapia cognitivo-conductual en el trastorno de la personalidad intenta en primer lugar identificar cuál es la principal distorsión cognitiva del paciente. En particular, analizamos su pensamiento dicotómico sobre independencia .
Las personas con un trastorno de la personalidad tienden a tener pensamientos recurrentes como no puedo sobrevivir sin alguien que me cuide con los recursos que tengo (o podría tener), no puedo manejarme solo o independencia significa vivir sólo para uno mismo.
También tienen un pensamiento dicotómico en función de sus capacidades. Cuando se les pide que hagan algo, suelen expresar sus pensamientos diciendo que otra persona es capaz de realizar esa operación mejor que ellos o que no son buenos para hacer esa cosa o que nunca han logrado hacerlo.

Es necesario cambiar esta percepción errónea sobre su autonomía y ayudarles a abandonar los pensamientos negativos preparándolos gradualmente también para separarse del terapeuta. Es importante que al inicio de la terapia no se utilicen términos como dependencia o autonomía. Los pacientes normalmente no los reconocen como parte de su problema. También es preferible que el individuo comprenda los problemas por sí mismo y sea capaz de expresarlos.
Dependencia del terapeuta
Al iniciar la terapia, es aceptable cierto grado de dependencia del terapeuta. Normalmente al principio él hace la mayor parte del trabajo. Más adelante durante las sesiones esta situación cambiará.
El diálogo socrático adquiere mucha importancia porque garantiza a los pacientes un papel activo. No es bueno para ellos que les digan por qué se sienten de una manera u otra, sino refuerza su dependencia. El paciente es quien poco a poco irá dando el material para la terapia, decidirá qué temas tratar y sacará sus propias conclusiones a través de preguntas y respuestas.
El terapeuta debe proceder con cautela y no debe actuar como si fuera el salvador del paciente. En el caso de un trastorno de personalidad, la terapia puede ser lenta y frustrante y muchas veces se piensa que la forma más fácil de afrontar la situación es decirle al paciente qué hacer. Pero hacerlo anularía los resultados de la terapia.
Establecer límites profesionales
Es de vital importancia establecer límites profesionales. No es raro encontrar pacientes que dicen haberse enamorado de su terapeuta. Debe quedar claro desde el principio que no existe posibilidad de ir más allá de los límites establecidos por la ética profesional.
Una técnica muy común es entregarle al paciente una agenda donde anotar los temas que quiere tratar durante la terapia. También es útil llevar un registro en el que anotar las acciones concretas que han puesto a prueba tus capacidades personales.
Una jerarquía en la toma de decisiones
La exposición gradual a situaciones que antes evitaba porque pensaba que no podría soportarlas podría resultar útil. Es importante establecer una jerarquía en la toma de decisiones; desde la elección de la fruta a consumir después del almuerzo hasta las más importantes relativas al trabajo y lugar de residencia.
La terapia de autocontrol de Rehm también puede ser útil para estos pacientes. Esta terapia enseña a las personas a observarse a sí mismas, a autoevaluarse y a fijarse objetivos realistas a alcanzar. Dado que los adictos tienden a tener metas y estándares muy altos pero subestiman su capacidad para alcanzarlos, la terapia de autocontrol puede ser de gran ayuda.