
Hay momentos en la vida en los que terminas diciéndote ¿Pero qué está pasando? ¡Todo es malo para mí!. Pues bien, todo el mundo tiene que afrontar períodos difíciles, fases en las que es un constante tropiezo, cometer errores, sentirse decepcionado y ver los sueños desvanecerse. No podemos negar que duelen y desmoralizan.
Pero ¿qué hay detrás de estas experiencias? Notar que de repente todos los aspectos de nuestra existencia están en crisis (trabajo, vida de pareja, proyectos personales, etc.) nos lleva a preguntarnos si no existe un factor desencadenante que orqueste esta desgracia o este llenarse de obstáculos. ¿Somos nosotros con nuestra actitud? ¿Quizás sea el contexto en el que vivimos?
Cuando nos encontramos en espirales en las que no podemos ver la salida del túnel, lo ideal es detenernos. No se trata sólo de frenar y tomarse unos días de descanso. También debemos detener el ruido mental, los pensamientos en los que no dejamos de pensar. y que se alimenten nuestras preocupaciones . Detener la mente y el cuerpo nos ayudará a analizar lo sucedido y empezar de nuevo.

¿Por qué todo es malo para mí?
Los ciclos negativos existen y son comunes. Son todas esas fases en las que se pone en marcha una cadena de fracasos llenos de sufrimiento. Estos son días en los que sigue un error. el desaliento y en el que aceptamos con los dientes apretados que algo que pensábamos que sucedería no sucederá. Generalmente estos ciclos son cortos y en poco tiempo nuestra actitud y circunstancias externas mostrarán signos de mejora.
Sin embargo, tememos quedarnos estancados, especialmente cuando alimentamos estas dinámicas con pensamientos como: ¿por qué me pasa todo a mí? ¿Por qué el mundo me trata tan mal? ¿Hay algo malo en mí que hace que las cosas sean tan malas para mí?
Casi sin darnos cuenta nos encontramos vulnerables y damos por sentado que hagamos lo que hagamos no detendrá nuestra mala suerte.
¿A qué podría deberse?
¿Existe la mala suerte? No lo sabemos. No hay evidencia científica de esto y he aquí por qué debemos buscar causas específicas y objetivas . Al aclarar los posibles desencadenantes tendremos una mayor sensación de control y este aspecto siempre es positivo. Cuando sentimos que todo va mal las variables en juego podrían ser:
- Aceptar que algunos aspectos están fuera de discusión.
- No podemos descuidar la calidad de nuestros pensamientos. ¿Estamos aplicando filtros negativos a nuestra realidad? ¿Nos centramos demasiado en lo que va mal?
Otras posibles causas:

¿Qué puedo hacer si todo va mal durante este período?
En una fase donde todo va mal Lo último que queda es seguir como si nada hubiera pasado. incluso esforzándose por alcanzar objetivos o metas que ahora son causas perdidas. En cambio, es aconsejable reflexionar sobre los siguientes puntos:
Finalmente, cuando nos encontramos ante períodos en los que muchos aspectos de nuestra vida toman caminos tortuosos, siempre es bueno, como decíamos, tomarse un tiempo. Una vez hecho esto, puede que sea el momento adecuado para realizar algunos cambios, por pequeños que sean. A veces un cambio actúa como un estímulo válido y una fuente de esperanza.