Las emociones no tienen género.

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¿Los hombres y las mujeres tienen una capacidad diferente para gestionar las emociones?

Muchos niños han crecido escuchando frases como: Los niños no lloran. Llora como una niña o Estas son cosas para niñas. Por su parte, las chicas pudieron haber recibido comentarios como: Estas cosas son para chicos o ¡No seas marimacho!. ¿Permitimos que los niños expresen sus emociones de forma natural? ¿Es cierto que las emociones no tienen género?

¿Es más probable que las niñas expresen sus sentimientos? ¿Los hombres y las mujeres tienen una capacidad diferente para gestionar las emociones? Existen muchas posiciones en torno a este tema e igualmente numerosos estudios que intentan dar respuesta a estas preguntas. En cuanto a la esfera emocional ¿Somos realmente tan diferentes? Y si es así, ¿cuáles son las razones?

Emociones prohibidas y roles de género.

Desde el momento en que nacemos aprendemos a gestionar nuestras emociones en función de las relaciones que establecemos con las personas que nos cuidan. Sus palabras, sus gestos y su voz nos sirven de modelo, permitiéndonos desarrollar la capacidad de identificar nuestras emociones y las de los demás. De la misma manera aprendemos a expresar como nos sentimos y relacionarse con los demás.

Las frases que hemos escuchado desde que éramos niños –

Este hecho hace que adoptemos determinadas conductas desde edades tempranas. Cada uno de nosotros trata de ajustar nuestro carácter a lo que es socialmente aceptado. Así que, al menos externamente, nos comportamos de tal manera que los demás nos acepten.

Como resultado de esta dinámica, se inculcan claras diferencias entre hombres y mujeres en la gestión y expresión de sus emociones.

Una emoción no causa dolor. Resistir o reprimir una emoción causa dolor.

-Frederik Dodson-

Las emociones no tienen género.

Los mensajes transmitidos por cuentos, chistes, juegos o programas de televisión influyen en la forma de socializar y el mundo emocional de los niños y niñas. Por ejemplo, cuando hablamos de temas delicados con una chica, tendemos a utilizar palabras cargadas de emoción.

Muchos estudios confirman que los padres añaden emotividad a las palabras dirigidas a sus hijas. Asimismo, se ha demostrado que durante el periodo escolar los niños son menos expresivos que las niñas.

Mientras que estos últimos parecen más proclives a considerar sus emociones y sus palabras, los niños muestran muchas deficiencias en términos de aprendizaje emocional y de posibilidad de expresar sus emociones y sus sentimientos . Los machos tienden a gestionar y expresar sus estados emocionales a través de conductas. Por ejemplo, para comunicar su estado de ánimo empiezan a discutir o a realizar otras acciones que han aprendido prefiriéndolas a las herramientas verbales.

El problema es que el desconocimiento del propio mundo emocional afecta no sólo a la individualidad psíquica del niño (y posteriormente del adulto) sino también a la Capacidad de comprender y reconocer los estados emocionales de otras personas.

Esto se debe a la diferenciación temprana en el aprendizaje de las emociones y no a que hombres y mujeres tengan habilidades diferentes. Resultó que los niños cuyos padres fomentaban su expresividad emocional tienen las mismas habilidades expresivas que las niñas de su edad.

El derecho de los niños a expresar sus emociones.

Como señalan la psicóloga Leire Gartzia y otros colegas, la mayoría de los estudios sobre género y inteligencia emocional (IE) se han centrado en analizar las diferencias basadas en el sexo en lugar de proponer modelos menos estereotipados de identidad de género.

Todo niño tiene derecho a expresar sus sentimientos y relacionarse con naturalidad. independientemente del género que quiera atribuirse. Las emociones no tienen género.

En los niños la expresión emocional no debe ser castigada ni reprimida. Mientras las mujeres fortalecen sus emociones desde pequeñas, los hombres aprenden que la emocionalidad es un signo de debilidad o, peor aún, de feminidad. Esto bloquea su capacidad para desarrollar un mundo emocional igualmente amplio y valioso.

Tal distinción puede causar represión y hacer que uno sea incapaz de identificar y verbalizar emociones en etapas posteriores de la vida, como la adolescencia o la edad adulta, lo que resulta en sufrimiento psicológico y enormes dificultades relacionales .

Las verdaderas conexiones, nuestros pensamientos y emociones compartidos, nos mantienen conectados con los demás de una manera auténtica.

La educación como ingrediente principal

Nadie cuestiona el valor de la educación tradicional. Asimismo nadie debería dudar de la importancia de educación emocional . Debemos esforzarnos por garantizar que los niños crezcan en un entorno en el que puedan desarrollarse cognitiva y emocionalmente.

El aprendizaje emocional comienza en los primeros años de vida y actualiza los conocimientos a lo largo de la vida. Como niños existen dos entornos fundamentales de referencia: la familia y la escuela. El problema es que en muchas ocasiones no se presta la atención adecuada a la educación emocional de los niños.

La incapacidad de gestionar nuestras emociones puede tener un impacto negativo en nosotros. Al distorsionar el mundo emocional de los niños inhibiremos el potencial afectivo de los futuros adultos. La capacidad de desarrollo emocional y expresión de emociones no está genéticamente limitada por el sexo de un individuo.

Las emociones no tienen género. Todo ser humano puede y debe expresar sus sentimientos, disfrutar de las relaciones que establece y sentirse en paz consigo mismo.

Es muy importante entender que la inteligencia emocional no es lo opuesto a la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza, es la intersección de ambos.

-David Caruso-

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