Ataques furiosos: la estrategia de las 3 horas

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La madurez emocional no es una consecuencia natural del paso de los años. Algo muy común es ver todavía a un adulto luchando con arrebatos de ira, esa sensación de frustración que estalla cuando las cosas o las personas no son como uno espera o como le gustaría.

Los ataques de ira son un fenómeno más común en adultos de lo que piensas aunque no son tan evidentes como en los niños. Generalmente son más discretos y silenciosos pero al final nosotros también tenemos que lidiar con la frustración con esas emociones negativas que nos hacen perder los estribos.

Cabe señalar que ni los años ni la experiencia son suficientes para hacernos personas proactivas y emocionalmente eficientes . Por tanto, puede suceder que asistamos a un estallido de ira por parte de un adulto que golpea con el pie y dramatiza como un niño de tres años. Debemos recordar que dentro de cada uno de nosotros hay un niño que se siente herido y entristecido cuando el mundo no es como él espera.

Tener altas expectativas y ver que no se cumplen, ser incapaz de gestionar la decepción, el enfado o tener tendencia a acumular demasiadas emociones negativas a la vez; son situaciones que tarde o temprano implosionan dentro de nuestra mente, haciéndonos perder el equilibrio y el bienestar.

Es normal tener pequeños ataques de ira en la vida diaria: son crisis que somos más o menos capaces de disimular . Sin embargo, cuando se convierten en una constante en nuestras vidas pueden tener efectos nocivos. Por tanto, puede resultar útil para todos conocer una estrategia sencilla para afrontarlos.

El cerebro emocional responde a los acontecimientos más rápido que el cerebro racional.

– Daniel Goleman –

Ataques furiosos y la técnica de las tres horas.

Ser adultos no nos exime de sufrir ataques de ira, sin embargo estos se manifiestan de forma muy diferente a la infancia. . En primer lugar, una de las principales razones por las que se utiliza la psicoterapia es para lograr un nivel tan alto de ansiedad que ya no sabes qué estrategia aplicar. Por lo tanto, al profundizar en el origen de este estado disfuncional, no es sorprendente que descubramos un patrón idéntico.

Por ejemplo, hay quienes sienten siempre decepcionado por el comportamiento de los demás. Familiares, amigos, compañeros, parejas, todos se equivocan y si no lo hacen, tarde o temprano acabarán cometiendo errores. Esta frustración suele manifestarse en forma de ira reprimida. Son islas de dolor silencioso que llevan a la mente a luchar entre la tristeza, la ira y la pena.

Los arrebatos de ira en adultos casi nunca se manifiestan al derribar o romper objetos. el. La mayoría comienzan y terminan en la soledad de la propia habitación, dejándose libre desahogarse a las lágrimas . No siempre es fácil racionalizar lo que nos sucede en la vida cotidiana. Hay quienes son más capaces de gestionar y aceptar la frustración y quienes, por el contrario, son vulnerables. Es en este caso cuando se vuelve fundamental tener una estrategia de afrontamiento.

La regla de las tres horas para gestionar los ataques de ira

Daniel Goleman en su libro. Emociones destructivas nos advierte: el cerebro emocional es el primero en reaccionar ante lo que sucede a nuestro alrededor. Esto quiere decir que cualquier acontecimiento pasa primero por el filtro emocional y luego por el racional.

Esto es lo que también demostraron. estudios como el realizado por Joseph E. LeDoux Profesor de la Universidad de Nueva York. Somos seres que actuamos emocionalmente y las emociones muchas veces nos juegan una mala mala pasada.

Entonces, ¿qué hacer cuando nos sentimos esclavos de las emociones? ¿Cómo debemos comportarnos en momentos de enfado y frustración ante algo que no nos gusta?

Tienes tres horas para actuar: respira, concéntrate y actúa

Una rabieta suele tener consecuencias negativas. Por un lado nos encontramos con el grupo más reducido de personas que reaccionan de forma desproporcionada alzando la voz, hablando irrespetuosamente o incluso rompiendo objetos. Por el otro está el grupo de los que se retiran a un silencio lleno de ira y frustración.

Para evitar ambas situaciones podemos recurrir a una sencilla estrategia que tiene un punto de partida preciso: la sensibilización . A partir del acontecimiento negativo molesto o frustrante tenemos tres horas para actuar correctamente. Pasado este periodo será difícil resolver la situación de forma madura, adulta y proactiva. Y también para gestionar adecuadamente el nudo emocional de la frustración.

Respira, no te dejes llevar por la primera emoción.

Cuando nos sentimos frustrados, la primera emoción que surge es la ira. Podemos (y debemos) aceptar su presencia pero nunca dejarnos abrumar. En primer lugar debemos reducir su impacto, aliviar la tensión física que acompaña a esta emoción y atenuar los pensamientos negativos que suele traer consigo.

Si la ira o la ira están bajo control todo será más fácil, incluso el pensamiento. Una técnica para lograr el primer objetivo es la respiración profunda .

Concéntrate y busca la calma interior.

Los arrebatos de ira son propios del niño que aún no sabe gestionar su propio universo emocional. Luchar con esta dimensión es parte del proceso normal de madurez.

Como adultos ya deberíamos haber superado esta fase. Si este no es el caso, se deben tomar medidas. Después de calmar el enfado, es importante concentrarse y pensar de forma madura y equilibrada. Disponemos de mucho tiempo para ello: en estas dos o tres horas tendremos que llegar al fondo de nuestro malestar y frustración.

  • ¿Qué me molestó? ¿Existe una razón lógica para sentirse así?
  • ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor y evitar que esta situación vuelva a ocurrir?

Responda estas preguntas con calma y paciencia.

Acto

El último y más importante paso es generar una respuesta conductual adecuada en esas tres horas. No lo dejes para el día siguiente. Un estallido de ira en la edad adulta se produce porque un elemento que decepciona o priva de un derecho se percibe como una amenaza. Sólo lo harás después de haber evaluado y llegado a la conclusión de que corresponde actuar.

Pedirás explicaciones a quienes te lastimaron exigirás respeto o pondrás límites . Básicamente, se trata de implementar un comportamiento correcto y razonado para que te sientas equilibrado.

Sin embargo, si después de reflexionar te das cuenta de que actuaste impulsivamente, un ejercicio valioso es admitirlo y disculparte.

La madurez emocional no es un hecho, no es una actualización de fábrica que se instala una vez que llegas a cierta edad. . Somos nosotros quienes tenemos que facilitar este proceso y para ello no hay nada mejor que trabajar esos arrebatos de ira internos y muchas veces silenciosos.

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