Merecemos el mismo amor que damos a los demás.

Tiempo De Lectura ~6 Mínimo

Merecemos el mismo amor que damos a los demás, el mismo cariño sincero, desinteresado y auténtico. Con demasiada frecuencia lo que ofrecemos no es correspondido de la misma manera, con la misma intensidad y calidad. La vida no es un boomerang lo que das no siempre regresa pero a pesar de ser así hay quienes nunca dejan de intentar dar lo mejor de sí.

La mayoría de nosotros creemos en la idea de que para conquistar a alguien hay que hacer algo bueno. Así iniciamos una dinámica llena de los más variados favores, regalos, preferencias, pensamientos, halagos... Sabemos que el cariño se gana con atención, sin embargo a veces no sabemos medir los límites . No nos damos cuenta de eso merecemos el mismo amor que damos a los demás.

La forma en que das es más valiosa que el regalo en sí.

-Pierre Corneille-

Pero no estamos hablando sólo del proceso de noviazgo. El mundo está lleno de gente que da sin poner barreras personas conscientes de cuánto cuesta ofrecer el alma entero sin recibir nada a cambio.

Sin embargo, los sacrificios extremos no siempre son del todo positivos. De hecho, tienen consecuencias que atacan gravemente la salud mental y emocional de la persona.

Merecemos el mismo amor que damos a los demás, no un sustituto.

Todo lo que se cuida prospera. Un ejemplo de esto lo tenemos con las plantas cuando las ponemos al sol las podamos, les cortamos las hojas viejas y las trasplantamos a una maceta más grande para que puedan expandir sus raíces. Atención ahí preocuparse y el cariño nos hacen crecer en todos los sentidos y en todas direcciones. Pues por mucho que el jardinero se preocupe por sus plantas, no debe olvidar que él también necesita atención. Pequeño detalle que muchas veces se nos escapa.

Hay quienes se pasan la vida ofreciendo su amor más resplandeciente, un río de atenciones y emociones que no siempre les son devueltas. Estas personas han aceptado en cierto sentido limitarse a un amor de segunda mano, un sustituto que lejos de alimentar, envenena. Aunque son conscientes de ello, no dejan de hacerlo. A la pregunta de cómo uno puede quedarse varado en una relación sin reciprocidad, la respuesta es mucho más compleja de lo que imaginamos.

Podríamos mencionar la falta de autoestima pero la discusión es mucho más amplia. Cuando estas personas acuden a un terapeuta lo primero que llama la atención de los expertos es el flujo de dialogo interno Cuando les piden que hablen de sí mismos y se definan, empiezan a decir así: soy el segundo de tres hermanos, fue difícil, nadie me hizo caso, trabajo en administración, tuve que empezar a trabajar inmediatamente sin poder estudiar, todos mis sueños quedaron sin cumplir.

Son historias de vidas incumplidas. a menudo va acompañada de una sensación de aceptación resignada de quienes, en última instancia, creen que merecen una realidad en claroscuros. Por eso ceden ante relaciones que no les dan la verdadera felicidad porque no se sienten capaces de aspirar a algo mejor porque, en su opinión, la vida les ha puesto en segunda fila y les ha obligado a aceptar lo que viene.

Lo excepcional es que siguen dándolo todo por las personas en sus vidas porque el acto de ofrecer amor y atención es su mayor fortaleza y su principal habilidad. Si no lo hicieran se sentirían aún más frustrado …

Démonos lo que necesitamos

Merecemos el mismo amor que damos a los demás y no es un acto de egoísmo, más bien es el deseo de integridad de dignidad personal . Durante demasiado tiempo hemos sido jardineros, únicos arquitectos de relaciones donde nosotros mismos hemos plantado los pilares, los suelos y las paredes. Éramos los únicos que nos aseguramos de que el techo no se derrumbara y de que el amor estuviera a salvo bajo un refugio bien protegido. Sin embargo, nos quedamos afuera y el frío ahora arde.

Merecemos el amor que siempre hemos soñado y que hasta ahora no ha llegado. Como decíamos al principio, la vida no es un boomerang que devuelve el amor brindado a los demás. Muchas veces ese boomerang se queda a medio camino o tal vez ni siquiera inicia el viaje de regreso. Ha llegado el momento de dejar de esperar una reciprocidad que no llega de invertir parte de nuestra vida en un mercado que en lugar de darnos beneficios nos lleva a la quiebra.

Merecemos un amor que no duela, que nos llene y nos haga crecer. Debemos aprender a ser exigentes y sentir que tenemos derecho a ello. Para ello necesitamos cambiar nuestra estrategia. Dejemos de dar y comencemos a recibir. Ya hemos sido expertos en ofrecer el cariño capaz de salvar a los demás, ahora nos toca a nosotros convertirnos en destinatarios de ese amor. Démonos valor a nosotros mismos, nutramos nuestras raíces y recuperemos aquellas sueños los cuales fueron derribados. Abandonemos el conformismo y la aceptación estancada. Liberémonos para encontrarnos a nosotros mismos.

Entradas Populares