
Esta historia de transformación presenta a una mariposa que cree que todavía es una oruga. cambiar y la no aceptación de uno mismo.
A veces tenemos más poder del que queremos ver y desperdiciamos nuestra energía tratando de resistirnos al cambio mirando hacia atrás.
Hace mucho tiempo nació una pequeña oruga que se arrastraba con dificultad de un lugar a otro. Hasta que un día, cansado de arrastrarse, decidió trepar a un árbol. Pero no un árbol cualquiera Eligió escalar un árbol con un tronco grande y hojas apuntando hacia abajo bajo el mando de quien había jugado había crecido y vivido durante muchos años.
La oruga intentó trepar pero resbaló y cayó y no pudo continuar. Pese a ello no dejó de intentarlo y poco a poco logró escalar. color azul intenso. En esa rama la oruga sintió paz.
Se quedó quieto observando el mundo que lo rodeaba y sintió que el vida era demasiado hermosa para no seguir los cambios que trae consigo. Estaba cansado y al mismo tiempo agradecido por su vida de oruga pero sabía que llegaría el momento de convertirse en otro ser.
Una historia de transformación: de oruga a mariposa
La oruga se durmió mientras percibía una sensación de gran paz en el ambiente que la rodeaba y pensaba que su destino le deparaba más que ser una simple oruga. durmió mucho tiempo tiempo durante el cual se formó una crisálida a su alrededor un caparazón gracias al cual pudo mantener esa sensación de paz que necesitaba para transformarse en un ser más.
Cuando despertó se sintió atrapado dentro de una pesada armadura que no le permitía moverse. Sintió que algo extraño le había crecido en la espalda. Con gran esfuerzo movió sus enormes alas azules y la armadura se rompió. La oruga ya no era una oruga, era una mariposa azul. Sin embargo, había sido una oruga durante tanto tiempo que no se dio cuenta de que ya no lo era.

La mariposa azul bajó del árbol usando sus patitas a pesar de que ahora tenía alas. Llevaba consigo el peso de esas grandes alas azules. peso que lentamente consumió su energía. La mariposa azul se movía usando sus patas como siempre lo había hecho, creyó que todavía era una oruga y siguió viviendo como si lo fuera. Pero sus alas no le permitían moverse por el suelo con tanta facilidad como antes.
El peso de las alas.
La mariposa que seguía creyendo que era una oruga no entendía por qué su vida se había vuelto tan complicada. Cansada de soportar el peso de sus alas decidió regresar al lugar donde se había producido la transformación. Esta vez, cuando intentó trepar al árbol, le resultó imposible trepar.
Una ráfaga de viento o cualquier otro pequeño imprevisto le hizo retroceder. La mariposa se quedó quieta y Miró hacia esa rama que parecía tan lejana y comenzó a llorar desesperadamente. Luego de escuchar ese grito, una hermosa y sabia mariposa blanca se acercó a ella. Se posó sobre una flor y observó un rato la mariposa azul sin decir nada. Cuando terminó de llorar la mariposa blanca le dijo:
-¿Qué te pasa?
-No puedo trepar a esa rama aunque hubiera podido hacerlo antes.
-Aunque no puedas trepar a esa rama… tal vez puedas volar hasta ella.
la mariposa azul Miró extrañada a la mariposa blanca y luego se observó a sí misma y sus grandes y pesadas alas. Como cuando se quitó la armadura las movió con fuerza y las abrió. Eran grandes y hermosos, de un azul tan intenso que se asustó y rápidamente los cerró.
-Si no usas tus alas arruinarás tus piernas- Dijo la mariposa blanca-
Escapar
La mariposa azul observó con asombro cada movimiento de la mariposa blanca y reflexionó sobre sus palabras. en ese instante empezó a comprender que ya no era una oruga y que tal vez esas pesadas alas podrían serle útiles.
Los volvió a abrir y esta vez los dejó abiertos, cerró los ojos y sintió como el viento los acariciaba. Sintió que esas alas ahora eran parte de ella y aceptó que ya no era una oruga y por lo tanto ya no podía vivir como tal arrastrándose.
Abrió cada vez más sus alas hasta que se dio cuenta de que era más una mariposa que una oruga y observó el maravilloso azul de sus alas. Cuando se dio cuenta de la verdad que estaba volando, subió lentamente hasta llegar a esa rama. Volar había demostrado ser mucho más fácil que gatear, aunque todavía tenía que perfeccionar su vuelo. Descubrió que su miedo a volar no le había permitido aceptar lo que realmente era: una oruga transformada en una hermosa mariposa azul.
Este cuento de transformación es la historia de una mariposa que pensaba que todavía era una oruga. Es la historia de una hermosa mariposa azul con alas grandes, fuertes y resistentes capaces de ir contra la corriente. volar en medio de tormentas y enfrentar los vientos más poderosos. La mariposa azul tenía grandes y hermosas alas de color azul brillante. Un azul que contiene una amplia gama de tonalidades: desde el color del cielo más claro hasta el del mar más agitado. Sin embargo, ella no lo sabía.

Las lecciones del cuento de la transformación de la mariposa azul
La transición de oruga a mariposa es una de las metáforas más utilizadas para hablar de resiliencia. Las mariposas son un símbolo de transformación, un símbolo de fragilidad que de fuerza. Por este motivo se suele utilizar la mariposa como protagonista de una historia de transformación.
Esta historia de transformación nos recuerda que vivimos en un mundo dinámico en un mundo en constante evolución y que somos parte de este mundo cambiante. y que somos parte de esa evolución. Sin embargo, a veces, aunque ya nos hemos transformado y tenemos la fuerza para evolucionar, no somos capaces de aceptar este cambio por diversos motivos como: miedo, vergüenza, culpa…
En este caso una bella y fuerte mariposa azul es incapaz de aceptar que ya no es una oruga y por tanto no puede vivir como si lo fuera. Una parte de ella quiere cambiar pero la otra teme los cambios e intenta aferrarse al pasado y seguir viviendo de la misma manera a pesar de ser otro ser. Necesitará mucho tiempo para aceptar y descubrir por qué necesita sus alas y cómo será su vida a partir de ahí. Para ello necesitará algo de ayuda. en ese sentido debemos pensar que los demás suelen ver nuestras fortalezas con más claridad que nosotros mismos.