No eres culpable, pero sí responsable.

Tiempo De Lectura ~5 Mínimo

Yo soy el culpable. todo es mi culpa . En consecuencia, merecía todo lo que me pasa. Todas estas son frases que hemos pronunciado al menos una vez y con las que nos hemos castigado más de lo necesario.

El lenguaje que utilizamos tiene un impacto directo en nuestra forma de entender la vida. Las personas rara vez son conscientes de este efecto y, por lo tanto, corren el riesgo de llevar muchos de los acontecimientos que suceden a los extremos. Esto sucede debido al condicionamiento que ejercen las palabras que se utilizaron para expresar esas adversidades.

Todos hemos pasado por momentos en los que no nos gustó la forma en que nos comportamos, la forma en que resolvimos algunas situaciones o cómo las palabras o comportamientos de alguien nos lastiman. A veces hemos sido demasiado duros con nosotros mismos o nos hemos pisoteado juzgándonos con dureza.

A menudo también Los acontecimientos en cuestión pertenecen al pasado y no tienen ningún impacto real en el presente. . Sin embargo, nos sentimos culpables y nos torturamos a nosotros mismos. Reflexionemos sobre esto…

El boicot a nuestra interioridad

Todo es culpa mía. Yo soy el culpable. Estas son frases llenas de connotaciones negativos que nublan la capacidad de razonar de nuestro cerebro dada la gran intensidad de la emoción que provocan. Al mismo tiempo, bloquean nuestra capacidad de reacción, impidiéndonos afrontar la situación de forma exitosa, llevándonos a creer con absoluta certeza que merecemos todas las cosas negativas que nos suceden.

Si optamos por convencernos de que todo está mal y nos refugiamos en no puedo hacer nada al respecto, ¿qué razón tendríamos para intentarlo?

Podemos encontrar en esta creencia más de una similitud con la superstición : creencias irracionales mediante las cuales las personas atribuyen la culpa de sus desgracias a episodios externos, como tirar sal al suelo, romper un espejo o ver un gato negro cruzando la calle. Según algunos, estos peligros causan mala suerte y no se pueden evitar.

Debemos empezar a entender que somos responsables y no culpables de lo que nos pasa en la vida con nuestras acciones y nuestras palabras. . Este concepto tiene una connotación positiva y nos ofrece la posibilidad de control interno. Pensando así entraremos en una situación que nos predispone a actuar para intentar resolver cambiando o mejorando una situación desfavorable hayamos tocado madera o no.

La trampa de la mala suerte

Si decidimos darle a la suerte la tarea de decidir nuestro destino, ya no seremos responsables de nuestras vidas. . De hecho nos situaremos en el lado opuesto de donde deberíamos estar en una situación de control externo en el que atribuimos nuestro sufrimiento o nuestras alegrías al puro azar o a la intervención de otras personas.

Al dar lugar a esta forma de pensar nos volveremos pasivos ante los éxitos que obtengamos con la consecuencia de hacer perder solidez a nuestra autoestima y a nuestro respeto personal.

En nuestras manos está la posibilidad de situarnos permanentemente en una situación de control interno. Es precisamente cuando actuamos de esta manera que nuestras experiencias positivas o negativas dejan de escapar de nuestro control sin importar el esfuerzo que hayamos puesto en ellas.

No olvides que un alto porcentaje de tus éxitos depende de ti y que en tus manos está la forma en que se desarrollan tus relaciones interpersonales. No te cierres, resalta tus habilidades personales para conciliarlas con todo lo que te rodea.

A ti que no conozco (o tal vez sí) te digo que dejes de castigarte, que dejes de cuestionarte y sentirte culpable. Deja de perder el tiempo sintiendo que te mereces todas las cosas negativas Se responsable de tu vida para no comprometer la tuya autoestima : sólo así podrás poner en marcha todo lo que no puede faltar - y quizás incluso más - para obtener una mejora, progreso o cambio en aquello que te atormenta.

El

-Joan Didion-

Entradas Populares