El engaño de vivir mi vida sin mí.

Tiempo De Lectura ~7 Mínimo

Como cada mañana mi vida se reinicia. Después de correr un rato por el paseo marítimo me meto en la ducha y abro el grifo del agua fría. Me quedo ahí cinco minutos mientras el agua helada se desliza por mi cara y corre por todo mi cuerpo. Dejo la huella de mis pies mojados en la alfombra y Tengo cuidado de no dejar que se derrame ni una gota.

Presiono la botella de aceite corporal mientras tanto el mío. cifra se va reflejando poco a poco como salido de un sueño en el círculo del espejo marcado por el vapor. Intento reconocerme en una imagen que siempre me ha parecido ajena. Deslizo y esparzo el aceite lentamente entre las gotas de agua dibujadas en mi cuerpo. sin dejar de lado ni un solo centímetro desde los dedos de los pies hasta las orejas.

Mi figura se va reflejando poco a poco como salida de un sueño.

Paso al maquillaje, siguiendo cada paso con perfecto orden como si estuviera pintando un cuadro único que irá a subasta. Primero el rostro, luego me centro en los ojos que tienen la misma expresión vital que un Modigliani . Resalto la forma almendrada, esculpiendo mis pestañas hasta el infinito e incluso más allá.

Siempre termino con una boca carnosa y bien definida con el carmín que resaltará más y desafiará la luz del día y las estaciones. Me peino con una raya perfecta al lado derecho y un mechón recogido detrás de la oreja. Termino cepillándome los dientes, usando hilo dental y enjuagándome durante cinco minutos.

Y luego el toque final dos pulverizaciones de mi perfume favorito en cada oreja una en cada muñeca otra entre los muslos.

La esencia de la inmoralidad es la tendencia a hacer una excepción conmigo mismo.

-Jane Addams

Camino por la casa todavía desnuda y descalza sobre el parquet haciendo el mismo sonido que mi gato cuando se mueve. Abro el armario y miro mi colección, la mayor parte de la cual todavía está etiquetada. elijo ropa interior siempre coordinado y dejé que la ropa cayera ligeramente sobre mi piel aún brillante y húmeda.

Abro la nevera y preparo un batido de verduras y frutas de temporada, bebo un poco y caliento una taza de té verde. Elijo un par de zapatos de tacón alto para usar. uno de los anillos de mi colección de esmeraldas en el dedo anular de la mano derecha. Me molesta verlo combinado con la alianza de boda en la mano izquierda.

Cojo mi maletín, bajo al aparcamiento, me siento en la perfumada y brillante burbuja que es mi Bentley azul marino, enciendo la radio, pongo en marcha el Barcarola de Offenbach y hoy me dirijo de nuevo a la oficina. A veces antes de salir Me olvido de leer la nota que mi marido me deja en casa todas las mañanas. Si esto pasa llamaré a la chica de la limpieza para pedirle que lo abra. Quiero que mi marido no la encuentre cerrada cuando llegue a casa. He sido descuidado toda mi vida hasta en los detalles estúpidos, incluso en los detalles importantes.

Cuando entro a la oficina pongo mi vida en el reloj de la costumbre.

Llego a la oficina desde la recepción pasando por la fila de escritorios que conducen a mi estudio, una escala de movimientos crecientes sigue cada uno de mis pasos: noto cómo cada empleado se endereza en su silla con el rostro aún marcado por esa mirada típica que da la falta de sueño. Me saludan con un sonrisa en el cual siempre aprecio la tensión y el miedo, esto me hace sentir poderosa mientras los veo miserables.

Mi jornada laboral debe desarrollarse siempre de la misma manera a mi propio ritmo de forma totalmente efectiva y decidida y sin margen de error. Al contrario, me enfado y me hierve la sangre en las venas, a veces incluso despido a alguien.

Cuando llego a casa me sirvo una copa de vino y fumo un par de cigarrillos en la terraza mientras observo las luces de los edificios más altos de la ciudad. debajo del mio . Mi marido me busca y me abraza, siento que las náuseas crecen. No puedo esperar a que llegue el fin de semana en el que tendré que estar fuera por motivos laborales pero para estar en los brazos de mi amante.

Nada me hace sentir mal, absolutamente nada, sólo en raras ocasiones cuando veo a alguien sonreír siento que algo se mueve dentro de mí. No sé cuándo ni por qué olvidé ese gesto. A veces, como ahora, me paro frente al espejo e intento sonreír, pero es en esos momentos cuando Me derrumbo más porque no es mío porque esa emoción aparece grotescamente triste .

Sólo cuando veo a alguien sonreír siento que algo se mueve dentro de mí.

Al verme tan despersonalizado frente al espejo creo que solo soy una hermosa fachada renovada que esconde un edificio en ruinas, una fruta conservada artificialmente en una habitación que si sale a la luz terminará descomponiéndose por falta de vida. Sólo ahora, cuando me encuentro desnuda delante de mí y de cualquiera que quiera leerme, me siento más frágil y vulnerable.

Sin embargo, quiero que lo vean, quiero que lo sepan, quiero escribirlo, gritarlo mañana apenas entre a la oficina - ¡Señores, no soy nadie, estoy muerto, vivo mi vida sin mí! – Quiero gritarlo en la calle y abrazar a cualquiera que me encuentre y Ruégales que me digan cómo pueden ser felices.

Dos lágrimas, sólo dos, ruedan por mi mejilla. Entonces me invade una especie de calma y surge una pregunta que quizás podría anticipar la respuesta al resto de las preguntas: ¿no es este el comienzo de encontrarme donde me gustaría estar?

E Solo espero que mañana cuando despierte mi armadura no se vuelva a cerrar del todo continuo

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