
Dejar ir significa darse cuenta de que algunas personas son parte de nuestra historia, no de nuestro destino. Eso no quiere decir que no duela. Las despedidas siempre duelen incluso cuando han sido obvias durante mucho tiempo. Esta es una de las leyes emocionales que sustentan nuestra vida relacional.
Hay relaciones (o personas) que lo parecen peleamos por mucho que intentemos salvar lo que se puede salvar, por mucho que amemos, por mucho que pidamos quedarnos, en cierto punto con un soplo simplemente se desintegran. Decir adiós no es bonito pero a veces es liberador y es en esa sensación de libertad donde reside la belleza y la necesidad.
Porque sucede que necesitamos partir para ser felices, dejar atrás una vida llena de dolores y preocupaciones, abandonar la incertidumbre emocional, alcanzar la paz interior y convertirnos en creadores de nuestra libertad emocional.
Es mejor alejarse y dejar un buen recuerdo que persistir y convertirse en una molestia. Lo que no tuvimos no se puede perder, lo que no es nuestro no puede quedarse con nosotros y lo que no quiere quedarse no se puede apegar a nosotros.

Es mejor decir adiós sin dejar palabras colgando
Necesitamos saber despedirnos de las personas que nos hacen daño, considerando que todo, desde lo primero hasta lo último, puede ayudarnos. tristeza que a veces nos lleva a la deriva no está justificado. Amar es hermoso y también es hermoso aprender de las relaciones imposibles.
El gran escritor Gabriel García Márquez supo expresar muy bien estos conceptos. A continuación te ofrecemos un extracto de uno de sus escritos del que puedes extraer una gran lección emotiva sobre la importancia de amar con todas tus fuerzas. aunque este amor ciertamente tiene un punto que representa la frase final.
Si supiera que hoy es la última vez que te miro mientras te duermes te abrazaría fuerte y oraría al Señor para que sea el guardián de tu alma. Si supiera que hoy es la última vez que te veo salir por la puerta, te abrazaría, te daría un beso y te volvería a llamar para darte más.
Si supiera que hoy sería la última vez que escucharía tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder escucharlas una y otra vez. Si supiera que estos son los últimos minutos en los que te vería, diría que te amo y no asumiría tontamente que ya lo sabes.
 
  Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad de hacer las cosas bien pero si me equivoqué y hoy fue todo lo que nos queda me encantaría decirte cuánto te amo más que nunca. lo olvidaré .
El mañana no está asegurado para nadie, ni joven ni viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a la persona que amas. Así que no esperes más hazlo hoy porque si mañana no llegara seguramente te arrepentirías del día para dar un último deseo.
Mantén a tus seres queridos cerca de ti, di cuánto los necesitas, ámalos y trátalos bien, encuentra el tiempo para decir lo siento, perdóname, por favor, gracias y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus pensamientos secretos.

Si el adiós duele, abre los ojos y aprende la lección.
No hay nada más triste que un adiós. Porque un nunca más tiene su peso. ¿Cuánto dura un adiós? El amor, las amistades y cualquier otro tipo de relación tienen su duración y se basan en la expresión de sentimientos, emociones o pensamientos.
Es importante no quedarse con la sensación de que no dijimos lo que pensábamos. ¿Por qué el Adiós Es más doloroso si quedan palabras sin terminar. Si no las pronunciamos se secarán en nuestra piel y arruinarán nuestra forma de expresarnos.
En otras palabras nuestro pasado emocional determina nuestro presente.
Recuerda siempre: un adiós duele pero las despedidas más dolorosas son las no dichas, aquellas que dejan asuntos pendientes encerrados en una caja dorada tachonada de espinas que pueden herir nuestro corazón.
 
             
             
             
             
             
             
             
             
						   
						   
						   
						   
						   
						   
						  