
Todo cambio es un desafío, una aventura en la que muchas veces nos embarcamos completamente a ciegas. Ya sea para bien o para mal, el cambio nos obliga a afrontar la incertidumbre de lo que sucederá y a abandonar todas las certezas a las que estamos acostumbrados. Por lo tanto, incluso cambiar para mejorar no es indoloro.
Tomar un camino desconocido y nunca antes transitado es una prueba de coraje y, a menudo, también de inteligencia. Ya sea que se trate de un nuevo trabajo en el que tenemos más responsabilidades que comenzar una nueva relación o entrenar regularmente para mantenernos en forma, siempre es difícil aventurarnos en territorio inexplorado, incluso cuando sabemos que lo hacemos por una buena razón.
Todo cambio, aunque pueda ser fuente de mejora, no deja de ser un proceso y como tal implica superar una serie de etapas. al que corresponden diferentes estados emocionales. También debemos considerar que nuestra mente prefiere la continuidad, la estabilidad y la sensación de seguridad que sólo lo conocido nos puede dar y por eso a veces nos juega una mala pasada infundiéndonos dudas y haciéndonos sentir nostalgia para evitar que cambiemos.
Por eso, algunos cambios, aunque sean la única forma de conseguir lo que más deseamos, nos hacen sentir mal. En cierto sentido, cambiar significa decir adiós a lo que ha formado parte de nuestra vida hasta ese momento, ya sean hábitos, personas o situaciones. ¿Cómo podemos evitar sentirnos perdidos ante los cambios?
Cuando sopla el viento del cambio
-Proverbio chino

Cambiar para mejor: decir adiós es uno de los pasos más difíciles
Iniciar un nuevo camino significa dejar atrás el anterior y sólo si este último realmente ha concluido estaremos verdaderamente preparados para acoger con satisfacción el cambio. Es decir, lo mejor es no dejar preguntas sin respuesta ni esperando respuesta. Es necesario saber sobre esto. decir adiós pero no siempre es fácil lograrlo, esto requiere mucho coraje y una visión clara de lo que queremos para nuestro futuro. Sin embargo, aunque no nos falte coraje, decir adiós siempre resulta complicado.
Poder decir adiós a nuestros sentimientos y hábitos. Por ejemplo, si decidimos divorciarnos porque creemos que es lo mejor para nosotros y que así nos sentiremos mejor, también debemos estar preparados para gestionar la tristeza que nos invade cuando terminamos la relación con la otra persona. En última instancia, significará cambiar para mejor, pero ese cambio todavía duele.
Si no podemos gestionar nuestros sentimientos, obstaculizarán nuestro proceso de transformación. es decir, nos llevarán a procrastinar posponiendo la conclusión de la situación en la que nos encontramos. Lo que puede obstaculizarnos es la miedo indecisión o incluso miedo a lo que pensarán los demás. La cuestión es que si no tomamos el control de nuestras emociones quedaremos atrapados. Por eso es bueno entender que sentir tristeza, miedo e incluso enojo no significa que estemos cambiando para peor.
Para ayudarnos a aclarar debemos preguntarnos: ¿Por qué debería permanecer en esta situación? ¿Qué me espera si encuentro el coraje para cambiar? ¿Qué tengo miedo de perder? Las respuestas que demos a estas preguntas nos ayudarán a despejar la mente y no dejarnos abrumar por las emociones pero sobre todo nos recordarán el motivo que nos empujó a querer cambiar.
Disipadas todas las dudas, sólo nos queda aceptar la dolor y afrontarlo, dejando atrás nuestra vida de orugas y transformándonos finalmente en mariposas. No debemos olvidar que cambiar no es sólo perder lo que fuimos en el pasado, también es ganar lo que seremos en el futuro al pasar por la etapa más importante: nuestro yo actual. Para ello es importante evaluar a qué estamos renunciando y las oportunidades que el cambio puede ofrecernos.
La vida no es un problema a resolver. Es un misterio de experimentar.
- S. Kierkegaard

Cambia para mejor y afronta las cosas nuevas con responsabilidad
Decir adiós a nuestra vida pasada no es la etapa final del viaje del cambio ni el último párrafo de un largo capítulo. Una vez concluida la fase anterior solo nos queda abrazar la nueva realidad cambiando nuestros hábitos. Una realidad hecha de incertidumbres lo que requerirá, más allá del cambio que imaginamos, un largo proceso de adaptación a las consecuencias.
El cambio nos enfrenta a un universo de posibilidades en el que nuestra actitud actúa como una brújula. La forma en que decidamos afrontar el cambio puede ser decisiva para nuestro futuro. Incluso en esta fase es fundamental saber gestionar las emociones: en este caso es muy importante mantener la calma recordando los momentos en los que nos sentimos perdidos pero en los que finalmente logramos encontrarnos.
En nuestra nueva situación habrá algunos aspectos positivos, otros negativos e incluso algunos que todavía ignoramos. Nuestra responsabilidad combinada con nuestra voluntad marcarán la diferencia para quedarse allí. El secreto está en no perderse en este nuevo camino.
Incluso cambiar para mejorar puede ser doloroso porque sigue significando decir adiós a una parte de nuestra historia. El renuncia es el precio que pagamos para poder lanzarnos a una nueva aventura.
He aprendido que no hay vuelta atrás que la esencia de la vida es seguir adelante.
-Agatha Christie-