Para ganar en la vida no siempre hay que competir

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La vida no es una carrera. Para ser feliz no es necesario ser el mejor en todo ni superar a los demás. Somos nuestro único punto de referencia, la única persona a quien escuchar para superarnos.

Para ganar en la vida no siempre es necesario cruzar la meta, subir al podio o conseguir una medalla de oro. Aunque nos convenzan de ello, para ser felices no hace falta competir, medirnos unos con otros ni ponernos a prueba con cientos de retos. El auténtico bienestar se consigue trabajando sobre uno mismo, tomándose a uno mismo como punto de referencia para conseguir lo que realmente se necesita.

Pues si hay algo que nos inculcan inconscientemente desde pequeños es la necesidad de competir. El primero en terminar su tarea gana, el que obtenga la nota más alta es el mejor de la clase, las extrovertidas más bellas y simpáticas tendrán más éxito en la escuela. Siempre es necesario ser mejor que los demás para obtener recompensas y triunfar en la vida.

Hay que darle espacio a los nuestros capacidad de esfuerzo y nuestros deseos en el logro de nuestras metas. Trabajar en lo que queremos y dar lo mejor de nosotros en cualquier circunstancia es lo correcto. El problema, sin embargo, es que muchas personas sienten la necesidad constante de competir con otros. esforzarse en demostrar que tienes más que los demás y estar siempre un paso por delante.

Son situaciones frecuentes que requieren un consumo increíble de tiempo y energía pero como descubriremos en este artículo, ganar en la vida no significa necesariamente ser competitivo.

Ganar en la vida significa encontrar la felicidad que nos conviene

Son muchas las personas que afrontan la jornada como una especie de carrera continua. Necesitamos conseguir el mejor trabajo, el coche más bonito, el árbol de Navidad más espectacular, organizar el cumpleaños más original para nuestros hijos para que se conviertan en los niños más populares del colegio... Casi como si lo que define la vida en sociedad fuera precisamente eso: la competencia, ponerse en una posición de superioridad sobre los demás.

Reflexionemos sobre un punto. Quienes interpretan la vida a través de este filtro se obligan a sentir constantemente una sola sensación: la frustración. la incapacidad de sentirse satisfecho en todos los aspectos de la vida. Porque siempre habrá quienes sean mejores que nosotros en algo. La necesidad de competir para ser mejores que los demás es el más inútil de los sufrimientos.

Ganar en la vida debe ser posible conquistando una felicidad que reside sólo y únicamente en nosotros. Superarse a uno mismo, fijarse metas y ponerse a prueba para superarlas es la prueba más satisfactoria de la vida. Sin embargo, pasamos gran parte de nuestras vidas aplicando lo que los ecologistas llaman el principio de exclusión competitiva es decir, un desafío continuo con los demás para posicionarse frente a todos.

Pero algo está cambiando. En nuestro mundo cada vez más interconectado y globalizado, están surgiendo nuevas dinámicas sociales y necesidades más urgentes. Ahora más que nunca es prioridad establecer una vida basada en la cooperación y menos competencia para brindar soluciones a los innumerables desafíos que tenemos ante nosotros.

¿Por qué algunas personas prefieren competir en lugar de colaborar?

Hemos pasado buena parte de nuestras vidas adoptando comportamientos competitivos en la mayoría de los ámbitos sociales. Lo hicimos porque era (y es) la única manera de conseguir un trabajo, un rol, la atención o el respeto de un grupo... Bueno Independientemente de las ocasiones en las que competir es necesario, hay quienes lo hacen por naturaleza. ¿La razón?

    A menudo competimos por baja autoestima .Personas que, para triunfar en la vida, necesitan sentirse superiores a los demás y alimentar su ego rompiendo sus inseguridades. Para ellos, colaborar con otros no les aporta ningún beneficio.
    Otras personas se centran en la envidia.sobre la necesidad casi obsesiva de tener lo que es propiedad de los demás y de triunfar donde otros han triunfado.

Por último, pero no menos importante, no podemos olvidar que personas altamente competitivas y con un perfil claramente agresivo esconden en su interior la sombra de una narcisismo patológico y dañino. Son hombres y mujeres que anhelan el éxito a cualquier precio frente a todos los competidores.

Para ganar en la vida, coopera y sé tu único punto de referencia.

Si quieres ganar en la vida, desafíate a ti mismo. No aspires a lo que otros tienen, no pises a los demás para conseguir algo. posición de poder . Porque a la larga siempre te verás empujado a querer más, siempre encontrarás carencias que suplir y envidia que saciar. Una vida competitiva es una vida de sufrimiento constante.

Competir contigo mismo es diferente. Al fijarte como punto de referencia y establecer metas y retos en tu horizonte, la motivación crecerá y la recompensa final tendrá un sabor diferente. Poco a poco irás construyendo una felicidad que está a tu alcance, a tu ritmo y a tu medida.

Al mismo tiempo, hay que tener presente un detalle: ha llegado el momento de implementar una inteligencia colaborativa en el que todos podamos participar juntos aportando ideas, acciones, colaboración. Es momento de dejar de lado la competencia y crear alianzas para avanzar juntos hacia el futuro creando soluciones para las necesidades reales del presente.

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