Poner excusas: el hábito incansable de muchas personas

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Hay gente que utiliza las excusas como mecanismo de defensa. Poner excusas constantemente y tratar de justificarte por cada error o incompetencia es una forma de enmascarar inseguridades en un intento de proteger tu ego.

Hay personas que parecen tener un título en poner excusas. Encuentran justificaciones fabulosas para cada descuido, incumplimiento o incumplimiento de su palabra. Parecen no tener dificultad en encontrar pretextos y justificaciones. Además de tener un comportamiento infantil, muestran una clara irresponsabilidad ante la vida. En este artículo te hablaremos de la incansable costumbre de muchas personas de buscar excusas para todo.

El famoso escritor francés. Stendhal afirmó que quien pide disculpas se acusa a sí mismo. Es una gran verdad ya que esta actitud pone de relieve sobre todo un tipo de autoengaño con el que salvaguardar la propia autoestima o realidades más profundas que no se quieren aceptar como la indecisión, la inseguridad, la inmadurez o incluso el miedo.

Comprender qué se esconde detrás de semejante personalidad nos será de gran ayuda. No sólo para poder gestionar a estas personas sino también, en la medida de lo posible, encontrar estrategias adecuadas para hacerles conscientes de los efectos de su comportamiento.

Una excusa es peor y más terrible que una mentira.

Alejandro Papa

Poner excusas: el arte de mentir, procrastinar y atrapar el cerebro

El hábito de poner excusas comienza en la infancia. Ya en el colegio, los niños son capaces de encontrar excusas imaginativas para justificar por qué no han hecho los deberes. E incluso en casa son hábiles y brillantes a la hora de inventar excusas para justificar el hecho de haber descuidado sus deberes y responsabilidades y culpar a los demás de sus defectos. Nadie les señala esta actitud y poco a poco poner excusas se convierte en una forma de sobrevivir.

Casi sin darse cuenta se convierten en artesanos de autoengaño y mentiras, grandes procrastinadores que dejan para el año siguiente lo que deberían haber hecho ayer. En su pequeño universo todo tiene una justificación y si los demás no entienden se enojan y les reprochan frases como: No confías en mí, nunca me crees, etc.

Es importante entender que alguien que está acostumbrado a poner excusas no es una persona feliz. Está lejos de sentirse bien consigo misma. Utiliza una excusa cuando se siente amenazado, cuando sus habilidades se ponen en duda cuando sale a la luz un error, un descuido o un comportamiento incorrecto. La excusa es un mecanismo de defensa para enmascarar la debilidades e inconsistencias.

Excusas que duelen y limitan

Las excusas confinan el cerebro al sótano del miedo. Quien los utiliza en cualquier circunstancia está limitando su crecimiento, sus responsabilidades, su vida y su potencial humano. Quien se acostumbra a poner excusas es como si estuviera infectado por un virus lo que les enferma, impidiéndoles hacer un cambio y cuidarse de forma madura.

No pude terminar el informe porque mi computadora recibió un troyano. No fui a la entrevista de trabajo porque el tren se averió y no podía moverme. Sé que te dije que nos íbamos de viaje pero ahora tengo que ayudar a mis padres. Detrás de estas excusas se esconde algo que va más allá de una simple falta de honestidad. Es el miedo a afrontar ciertas realidades que uno debería afrontar por el propio bienestar, la propia dignidad y la propia felicidad.

¿Por qué tendemos a poner excusas?

Poner excusas es la forma más fácil de resolver cualquier situación. Por ejemplo, si hemos olvidado una cita importante, es más fácil echarle la culpa al destino y buscar la causa de nuestro olvido en algo externo a nosotros: una avería del coche, una enfermedad repentina que nos obliga a quedarnos en la cama, etc. Veamos qué dimensiones psicológicas definen concretamente este comportamiento:

    Es mejor posponerlo que afrontarlo(el dilación como mecanismo de defensa). Si algo requiere mucho esfuerzo por nuestra parte preferimos posponerlo para mañana. Para las personas que continuamente ponen excusas antes de abordar lo que les hace inseguros, lo mejor que pueden hacer es posponerlo el mayor tiempo posible.
    Seguridad y comodidad por encima de todo.(el factor miedo). La persona acostumbrada a poner excusas vive siempre en su zona de confort. Todo lo exterior es secundario o incluso amenazante.

¿Cómo podemos ayudar a las personas a cambiar el hábito de poner excusas?

Como hemos visto, las raíces del mal arte de poner excusas muchas veces encuentran terreno fértil en el miedo y la inseguridad de quienes quieren salvaguardar su ego y su zona de confort. A veces una excusa no es más que una mentira, una mezquina estrategia con la que ocultar determinadas realidades.

Sea cual sea el motivo, aunque a veces nosotros mismos recurramos a excusas para no afrontar un cambio, conviene tener en cuenta algunos aspectos. Reflexionar sobre estos aspectos puede resultar muy útil.

Cómo detener el mecanismo de disculpas

    Cada vez que alguien usa una excusa, es importante señalársela.Necesitamos discutir e invitar a la persona a ser honesta, sobre todo consigo misma.
  • De manera respetuosa debes señalarle a la persona que una excusa es una mentira que te dicen a ti mismo. Por ejemplo, ante la frase: No fui a la entrevista de trabajo porque perdí el metro, sería adecuado que la persona dijera que no fui a esa entrevista de trabajo porque no podría aceptar un nuevo rechazo.
    Si las excusas te salvan la vida, salta al agua y aprende a nadar.Muchas personas recurren a las justificaciones más imaginativas para evitar afrontar lo que temen y lo que lo siguen posponiendo . Si alguien quiere ser respetado y sobre todo sentirse bien consigo mismo, debe dejar de lado las excusas y pasar a la acción, afrontar, solucionar problemas, intentar cambiar…

Todos hemos usado excusas en más de una ocasión y sabemos lo difícil que es deshacernos de ellas por completo. Intentemos, por tanto, tener paciencia con quienes todavía los utilizan y esperar a que dejen de utilizarlos. Al fin y al cabo, todavía están intentando liberarse de un lastre o de una carga pesada.

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