
Quizás tú también formes parte de esta categoría de personas raras, testarudas y anticuadas que no saben rendirse. Aunque el cuerpo esté dolorido y las cicatrices empiecen a pesar en la mente, ésta nunca tira la toalla. . No nos deja renunciar a nuestros sueños porque aunque esto renuncia podría ser un acto teatral que nos alejaría de ellos.
Seguramente estamos hablando de perseverancia o lo contrario de la pereza del alma. Lo contrario del derrotismo que a menudo nos sugiere la propia sociedad con sus muros y fortificaciones.
soren Cuando el entorno que nos rodea sólo infunde desesperación, sólo hay un antídoto posible: la esperanza. Una esperanza gracias a la cual el motor de la perseverancia puede funcionar.
Soy de esas personas que saben lo que quieren y lo que no quieren en su vida. De los que no saben rendirse que entienden que las cosas no caen del cielo y que a veces aunque sintamos abandonado de todo y de todos sólo queda una opción: seguir avanzando.
Hoy en día, debido al fuerte peso económico y social que se ejerce sobre el mundo, es común dejarse llevar por el derrotismo. Perder el trabajo, fracasar en un proyecto o dejar atrás un horizonte de expectativas con una pareja estable y un proyecto de vida en común supone vivir un colapso total de nuestro cemento básico y también de nuestra identidad.
Es comprensible. Sin embargo si la derrota nos ha hecho caer debemos levantarnos de nuevo en nombre de nuestros sueños. En lugar de sucumbir a la desesperación es necesario adoptar una actitud proactiva para protegernos del sufrimiento.
Así que respira profundamente y continúa. avance porque rendirse está prohibido.

Modificar la inercia y transformarnos en puro movimiento
Los poetas con su arte excepcional capaz de dar forma a las emociones han definido la depresión con términos realmente impresionantes como la boca del lobo, un pozo sin fondo, el vientre de la ballena o la noche oscura del alma. Estos conceptos aluden a una idea que la neurociencia ha estudiado durante años y años: el factor tiempo en el cerebro deprimido.
Nos enfrentamos a una desaceleración. Es como si la vida, su sonido y el tictac de los relojes se hubieran detenido. La química cerebral nos sitúa en un estado de perpetua melancolía donde todo está estancado. En esta situación hay un hecho objetivo a destacar: la incertidumbre sobre el futuro cuando perdemos nuestro trabajo o cuando nos vamos con nuestra pareja nos empuja a un rincón emocional donde nos encontramos prisioneros y nada avanza.
Todo se detiene y es entonces cuando la esperanza se atrofia y hace su aparición un invitado no deseado: depresión. Si esto es lo que sientes ahora, recuerda que rendirte es una elección y ponerse en movimiento es una obligación.
Estos conceptos nos los explican en El pequeño libro de las grandes decisiones. En este interesante texto encontramos hasta 50 ejemplos de decisiones tomadas ante complejos laberintos personales.

La solución a estas estrategias es más o menos siempre la misma: hay que tener fuerza de voluntad. ¿Pero cómo lograrlo con todo este sufrimiento emocional? Tenemos que ser muy claros al respecto. fuerza de voluntad hay trabajo y educación por hacer y que se fortalecerá con plena atención y esfuerzo.
La valentía de no rendirse debe ser uno de los valores de nuestra vida, un pilar de nuestra alma, la raíz que nutre nuestra esencia.
A veces rendirse significa ser conscientes de que ya hemos tenido suficiente
Hasta ahora hemos visto que para afrontar la adversidad es necesario seguir adelante. Evitar la quietud y la anestesia del cerebro provocadas por la ausencia de esperanza de perspectiva y sueños. Bueno, hay otro punto que hay que considerar.
A veces es necesario rendirse sobre todo para aceptar que un proceso ha llegado a su fin. Sucede que no quedan más opciones que apartar una parte de nuestra vida y avanzar. Empezar todo de nuevo aún con el riesgo de perder lo que habíamos conservado.
Lo intentaste, salió mal. No importa: inténtalo de nuevo y falla mejor que antes.
(Samuel Becket)
En este caso la dificultad es doble y aún más delicada. Podemos luchar cada día por conseguir un ascenso en el trabajo para mantener a nuestro lado a la persona que amamos; Sin embargo, si no hay amor, las batallas son inútiles. Si no hay posibilidad de mejora profesional De nada sirve seguir soñando con lo imposible. Incluso aceptar todo esto requiere valentía y superarlo significa ser verdaderos campeones.
Hay batallas que simplemente se pierden desde el principio. Poder verlo o llegar al límite del esfuerzo nos hace igualmente dignos. Todas estas luchas no ofrecen lecciones, ni siquiera aquellas en las que nos quedamos lejos del objetivo inicial.
Sin embargo, recuerda que rendirte ante un hecho o persona en particular no significa perder contra la vida. A veces una pérdida es también la conquista de nosotros mismos y no hay nada más noble y sabio que esto.