Ser muy inteligente: el lado oscuro del que no se habla

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Ser muy inteligente no siempre es garantía de éxito o felicidad .

Hay quienes no dudan en afirmar que inteligencia no es sinónimo de sabiduría y que esta última no está presente en muchas de aquellas personas (no todas) con un coeficiente intelectual que supera los 120-130 puntos. Así nos explica Jeanne Siaud-Facchin, psicoterapeuta y una de las más reconocidas expertas en el campo de la superdotación intelectual: No hay nada más paradójico que el cerebro de estas personas.

Quiero vivir una vida perfecta. La única manera de hacerlo es a través del aislamiento y la soledad. Siempre he odiado a las masas.
-William James Sidis

Ser muy inteligente trae consigo cierta fragilidad. Nos encontramos ante una mente capaz de generar mil idea al mismo tiempo. Las personas inteligentes son rápidas y originales y producen una avalancha de razonamientos y conceptos en pocos segundos. Sin embargo no siempre son capaces de gestionar toda esta información. Sus mundos cognitivos tienen una capacidad tan alta que un solo estímulo es suficiente para que sus neuronas se disparen en un instante dando lugar a muchas ideas, pero lo cierto es que no siempre son capaces de dar una respuesta concreta o incluso correcta.

Todo esto puede causarles una gran frustración y desconcierto. No todo es tan sencillo y sorprendente para una persona o un niño con grandes habilidades. Nadie le dijo cómo usar eso. cerebro tan sofisticado, tan ávido de información y productivo de ideas. De hecho, la realidad se vuelve más complicada para las personas con un coeficiente intelectual que supera los 180 puntos. En estos casos y como podemos ver en la historia del hombre más inteligente del mundo con un coeficiente intelectual de 250 puntos, sus vidas pueden convertirse en auténticas tragedias.

Ser muy inteligente: un don paradójico

Vivimos en una sociedad donde los regalos son venerados. Nos fascinan las personas que poseen talentos y habilidades únicas, admiramos a quienes dominan una rama específica de la ciencia del arte del deporte... De hecho A muchos padres les encantaría tener un hijo con un coeficiente intelectual alto.

Por otro lado, incluso los niños están convencidos de que ser muy inteligente es fantástico. ¿Puede haber algo mejor? Los superdotados -dicen- aprueban los exámenes con buena nota sin esforzarse o apenas estudiar. Sin embargo, todo educador, psicólogo o padre de un niño con grandes capacidades sabe que estas ideas no siempre reflejan la realidad.

En primer lugar es posible que el alumno con un coeficiente intelectual alto pase desapercibido durante buena parte de su trayectoria escolar. Atención .

Una inteligencia difícil de controlar

La razón por la que ser muy inteligente no garantiza estar siempre entre los mejores de la clase responde a varios aspectos. El primero es el aburrimiento. El niño con grandes habilidades no se siente interesado ni estimulado por todo lo que le rodea y simplemente desconecta y adopta una actitud pasiva, llegando en algunos casos incluso al fracaso académico.

En otros casos nos encontramos ante estudiantes que no saben controlar sus ideas y digresiones. A veces, ante una pregunta sencilla el niño puede caer en digresiones, reflexiones e inferencias y por tanto no siempre es capaz de dar una respuesta concreta. De hecho en el libro Demasiado inteligente para ser feliz una niña explica que mientras sus compañeros levantan una antena para encontrar una solución ella levanta 25 y se siente incapaz de llegar a una conclusión.

    Pensamiento arborescente.

Cataclismos emocionales

Otro aspecto que hay que considerar es el de la hipersensibilidad. Ser muy inteligente implica tener una visión muy profunda e intensa de la realidad y tu mundo. A veces basta con ver una noticia en la televisión para que la persona con grandes capacidades intelectuales sienta incomprensión, enfado y escepticismo hacia su propia humanidad.

Las emociones les asfixian, no pueden controlar el impacto que tienen en ellos determinados hechos que suelen pasar desapercibidos para el resto de personas.

Las mentiras o la falsedad les enfurecen, así como las desigualdades sociales, las guerras o hechos muy concretos como la percepción de que probablemente no podrán realizar muchos de los grandes ideales que tienen en mente.

Al mismo tiempo, aunque está muy extendida la idea de que las personas muy inteligentes son frías es necesario entender que su capacidad empática es inmensa.

Sus universos emocionales son complejos pero expresivos. esta intensidad también a través de la creatividad y la inspiración, desarrollando al máximo muchos de sus talentos naturales.

Ser muy inteligente no tiene por qué ser un obstáculo para la felicidad

A estas alturas probablemente más de uno pensará que ser muy inteligente es poco más que una patología. Eso no es cierto, no deberíamos verlo así. Lo que tenemos que hacer es reflexionar sobre este conjunto de datos. El niño superdotado que pasa desapercibido durante su vida escolar desarrollará poco interés por estudiar y vivirá en un aislamiento personal donde pueden surgir otro tipo de problemas como trastornos de ansiedad o depresión.

Por otro lado, la propia OMS nos advierte del siguiente hecho: el coeficiente intelectual no puede utilizarse únicamente como diagnóstico de superdotación. Por qué La inteligencia no se puede entender sin la parte emocional. sin su hipersensibilidad, hiperestesia, hiperemotividad, hipermadurez, hiperestimulación sin su pensamiento arborescente y su velocidad de pensamiento...

Ser inteligente puede significar vivir en un rincón privado muy complejo donde las emociones y los pensamientos son caóticamente profundos y muy intensos. Nuestra tarea como padres, madres, educadores o psicólogos es, por tanto, ofrecer a estas personas estrategias adecuadas para que encuentren la calma y el equilibrio. Para que puedan alcanzar su máximo potencial y por supuesto su felicidad.

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