Gritar: una forma de comunicación común a muchas familias

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Gritar sobreexcita el cerebro y nos pone en alerta y atención frente al delicado equilibrio de nuestras emociones. Esta irritante forma de comunicación basada en un tono de voz constantemente elevado es lamentablemente común en muchas familias. El malestar y las agresiones invisibles repercuten en los distintos miembros, dejando consecuencias muy profundas.

Sin embargo, por extraño que parezca, hay personas que no pretenden otra forma de comunicación que esta; gritamos para pedir los cubiertos que tenemos delante para llamar la atención del niño que tenemos al lado o incluso para comentar el programa de televisión que estamos viendo con el resto de la familia. Hay personas que no saben comunicar sin ansiedad lo suyo o lo que proyectan.

No puedo evitar que se justifiquen. Evitar levantar la voz está fuera de su control porque es el timbre y tono que han escuchado desde pequeños. porque siempre han gritado para hacerse notar para marcar el territorio blandiendo su autoridad y también porque no para canalizar enojo frustración y ego contenidos en busca de válvulas de alivio.

Al alzar la voz no nos escucharán mejor, lo sabemos, pero muchas veces necesitamos gritar porque es la única frecuencia que conocemos para comunicarnos, el único canal con el que visualizarnos frente a los demás. Sin embargo, no sabemos si lo más probable es que la otra persona responda de la misma manera, dando forma a una dinámica relacional desordenada y coercitiva.

Una situación que lamentablemente abunda en muchas familias…

Gritar silenciosamente destruye nuestras relaciones

El grito tiene un propósito muy específico en su naturaleza tanto en el ser humano como en el resto del mundo. animales : salvaguardar la propia supervivencia y la del grupo ante el peligro. Tomemos un ejemplo sencillo. Estamos en un bosque, caminamos, disfrutamos de este equilibrio natural. De repente escuchas un grito, es un mono capuchino que emite un grito agudo que se te queda grabado en el cerebro.

Este grito es una simple alarma para advertir a sus semejantes. La mayoría de los animales que pertenecen a ese contexto, al igual que nosotros, reaccionan con miedo y expectación. Se trata de un mecanismo de defensa que activa una estructura cerebral muy concreta: la amígdala. Todo lo que se necesita es escuchar un sonido agudo o una voz aguda para que esta pequeña área del cerebro lo interprete inmediatamente como una amenaza. a y activa el sistema nervioso simpático para desencadenar el escape.

Sabiendo esto y entendiendo esta base biológica e instintiva podemos deducir que crecer en un ambiente en el que abundan los gritos y en el que la comunicación se produce siempre con un tono de voz alto mantiene la cerebro en perpetuo estado de alerta. La adrenalina está siempre presente, la sensación de tener que defenderse de algo te sumerge en un estado de estrés crónico de angustia permanente, verdaderamente desconcertante.

Por otro lado, lo que intensifica aún más esta realidad es el hecho de que Ante un estilo de comunicación agresivo es común generar respuestas defensivas con la misma carga emocional con el mismo componente ofensivo. De esta manera caemos, consciente o inconscientemente, en un círculo vicioso y una dinámica altamente destructiva. Acumulamos secuelas en este complejo bosque de relaciones humanas en el que la calidad de la comunicación lo es todo.

Familias que se comunican a gritos.

Laura tiene 18 años y acaba de darse cuenta de algo en lo que hasta ahora no había reparado. Habla en un tono de voz muy alto. Sus compañeros de la universidad suelen decirle que la voz que más se escucha en clase es la suya y que cuando están en grupos su forma de comunicarse es un poco amenazadora.

Laura quiere controlar este aspecto de su persona. Sabe que no será fácil porque en casa sus padres y hermanos siempre se comunican así: gritan. No es necesario que surja una discusión, es simplemente el tono de voz con el que ella creció y al que siempre ha estado acostumbrada. Él también sabe que en su casa todo el que grita se escucha y que alzar la voz es necesario porque el televisión siempre está encendido porque cada uno está concentrado en sus propias actividades y porque... no hay mucha armonía.

En este caso Laura debe entender que no es posible cambiar una dinámica familiar de la noche a la mañana. No puede cambiar a los demás ni a sus padres ni a sus hermanos, pero puede cambiarse a sí misma. Lo que puedes y debes hacer es controlar conscientemente tu estilo verbal personal para entender que quien grita es agresivo, que no es necesario levantar la voz para ser escuchado y que muchas veces un tono de voz sereno y tranquilo te ayuda a interactuar mucho mejor con los demás.

Con este sencillo ejemplo queremos dejar claro un aspecto muy importante: A veces no podemos cambiar quién nos educó, no podemos cambiar el nuestro. pasado ni cancelar la dinámica familiar en la que el llanto siempre está presente aunque sólo sea para preguntarnos qué hora es o cómo te fue en el examen.

No podemos cambiar el pasado pero sí podemos evitar que este estilo de comunicación nos caracterice en nuestro presente en nuestras relaciones de amistad o amorosas en el hogar. Debemos recordar que La razón no se fortalece porque se expresa a través de gritos. A veces es más inteligente el que sabe callar y escuchar y más sabio el que sabe cómo y de qué manera comunicarse.

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