Romper el vínculo materno es el precio que se paga por ser auténtico

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Romper el sistema patriarcal rompiendo el vínculo emocional que nos une a nuestra madre es en ocasiones el precio que pagamos para obtener la autenticidad y la libertad a la que aspiramos.

Hay una premisa indiscutible que subyace a la existencia de toda mujer: cada hija trae consigo a su madre. Este es un vínculo eterno que nunca podrá desatarse: nuestras madres permanecerán en nosotros para siempre. Por esta razón es bueno aprender a alisar y suavizar las asperezas que empeoraron durante la crianza así como la influencias maternas de nuestro pasado y de nuestro presente.

Es un proceso complicado, una experiencia aún más difícil por la conciencia de estar unidos porun vínculo basado en la dependencia resultante de una educación errónea ligada a creencias anticuadas y anticuadas.

El sentimiento es desolador porque junto al deseo de desatar se combina con la necesidad de seguir recibiendo atención. además de la dificultad de aceptar que quien trajo la mayor cantidad de enseñanzas y cariños considere nuestra autonomía como una pérdida. Por necesidad humana (o más bien educativa), las madres a menudo intentan moldear y adaptar a sus hijas alejándolas lo más posible de la esencia de la individualidad.

Este proceso suele ocurrir de forma inconsciente. La madre en su esencia de mujer está convencida de que la vida de su hija será más fácil cuanto menos compleja e intensa se vuelva. Por ello intenta moldear la vida de su hija siguiendo las enseñanzas de la cultura patriarcal.

Etiquetas como la rebelde, la solitaria, la niña buena no hacen más que transmitir la idea de que no es necesario crecer para ser amado. Por eso es bueno tomar conciencia y sanar esa esencia aunque implique una separación un tanto agresiva y dolorosa de alguna manera.

El patriarcado está perdiendo cada vez más poder generación tras generación fuerza femenina está surgiendo con un aumento . De alguna manera la necesidad de hacer auténticas a las mujeres está penetrando en el inconsciente colectivo.

El modelo patriarcal promueve un nudo inconsciente entre madres e hijas según el cual sólo una de las dos puede adquirir el poder. Esta dinámica, sin embargo, muchas veces deja a ambas figuras sin poder alguno. Cuando una madre se ve privada de su propio poder, puede empezar a ver a su hija como una fuente de apoyo a su identidad atrofiada, transformándola en el centro de sus problemas. Debemos permitir que nuestras madres sigan su propio camino y dejar de sacrificarnos por ellas.

-Bethany Webster-

La necesidad de ser auténtico y la nostalgia de la madre

Bethany Webster

Nos enfrentamos a un dilema para todas las hijas criadas según un método patriarcal. El deseo de ser uno mismo y el deseo de ser cuidado se convierten en necesidades en competencia como si tuvieras que elegir entre una u otra. Esto se debe a que tu poder está limitado por el hecho de que tu madre ha interiorizado ciertas creencias patriarcales y espera que tú también las adoptes.

La presión de tu madre para no crecer depende esencialmente de dos factores:

  • El grado en que ha internalizado el creencias patriarcales limitaciones aprendidas de su propia madre.
  • Las deficiencias relacionadas con el divorcio de su verdadero yo.

Ambos aspectos reducen a la mitad la capacidad de una madre para dirigir a su hija en su propia vida.

El precio que pagas para alcanzar tu verdadero yo Cuando esto sucede se rompen

La ruptura con el linaje materno puede darse de diversas formas: desde los conflictos y desacuerdos hasta el distanciamiento y el desarraigo. Es un viaje personal y diferente para cada mujer. La ruptura suele tratarse de transformación y curación. Es parte fundamental del impulso evolutivo femenino necesario para adquirir poder y conciencia. El nacimiento de la madre no patriarcal es el comienzo de la verdadera libertad e individualidad.

El precio de volverse auténtico no es comparable al precio de permanecer atado a un yo ficticio.

En lo que respecta a las relaciones madre/hija más sanas, la ruptura puede generar un conflicto que en realidad servirá para fortalecer el vínculo y hacerlo más auténtico.Por otro lado, en relaciones madre/hija más agresivas y menos saludables, la ruptura puede traer de vuelta heridas que nunca han cicatrizado en la madre, llevándola a vengarse de su hija o repudiarla. En estos casos, desgraciadamente, la única solución plausible es que la hija se separe de su figura materna por tiempo indefinido para preservar su propia figura. bienestar emocional .

De esta manera, en lugar de interpretarlo como resultado de su deseo de criar a la madre, ella puede ver el alejamiento de su hija como una amenaza, un ataque directo a su propia persona, un rechazo a lo que ley è . En este caso, resulta frustrante comprobar que tu necesidad de crecimiento personal o de autonomía puede llevar a tu madre a verte erróneamente como un enemigo. Aquí es donde emerge el enorme papel que juega el patriarcado en las relaciones madre/hija.

No puedo ser feliz si mi madre no es feliz. ¿Alguna vez escuchaste esta frase?

Otro efecto del patriarcado es creer que no podemos ser felices si nuestra madre sufre por nuestra culpa. Cuando renunciamos a nuestro propio bienestar en favor del de nuestra madre, obstaculizamos una parte fundamental del proceso de duelo que intentamos realizar.

Por mucho que trabaje para curar el heridas de la madre una hija no puede tener éxito: cada uno tiene la responsabilidad sólo de sí mismo. Debido a esto

Para iniciar este proceso de separación se requiere mucho coraje; pero tal como dice Bethany Webster, dejar que nuestras madres sean seres individuales nos libera como hijas y como mujeres para ser nosotros mismos individuos únicos. Asumir el dolor ajeno no es un gesto noble, no es un deber que debemos asumir como mujeres, no debemos sentirnos culpables si no cumplimos ese papel.

Lograr que nuestra madre nos reconozca y nos acepte es una sed que hay que satisfacer a toda costa para poder atravesar un gran sufrimiento. De lo contrario sufriremos una pérdida de independencia que nos extinguirá y transformará.

la tarea de educadores Las emociones que a menudo se atribuyen a las mujeres en realidad provienen de la opresión. Si ese papel no responde a nuestras necesidades explícitas, corre el riesgo de dar lugar a un comportamiento falso. Comprender esta perspectiva nos ayudará a dejar de lado el sentimiento de culpa que nos oprime y controla.

Las expectativas que los demás tienen sobre nosotros pueden alcanzar niveles muy altos de crueldad . De hecho, constituyen un verdadero veneno que nos obliga a renunciar a nuestra individualidad. Ha llegado el momento de seguir solos.

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