El placer invaluable de sonreír ante lo que nos hizo llorar

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La vida de todos nosotros ha estado marcada por muchos momentos difíciles. Momentos en los que nos sentimos amargados o que trajeron decepciones que no esperábamos. Momentos relacionados con circunstancias particulares pero también con personas importantes; Momentos que trastornan por completo una relación de la noche a la mañana. Y lo hicieron sin darnos tiempo a evaluar el cómo y el por qué aun cuando habíamos puesto todo el esfuerzo del mundo en resolver la situación.

En todas nuestras vidas ha habido personas que han aprovechado nuestro momento de crisis. Y luego nos tocó a nosotros pagar las consecuencias, sobre todo cuando éramos ciegos a la evidencia y tratábamos de minimizar la realidad. Entonces esa persona aprovechó para destruirlo todo. Y una vez más nos tocó vivir con la ira y la frustración cuando nos dimos cuenta de que para proteger a los demás éramos los únicos heridos.

En momentos como estos nos damos cuenta de que mientras reflexionamos sobre cómo no hacer sufrir a los demás, esos otros muchas veces aprovechan para apuñalarnos por la espalda. Sin vergüenza ni pudor. Esto provoca ira y resentimiento y puede hacernos sentir realmente estúpidos. Un sentimiento que creemos que nunca más nos abandonará.

Es perfectamente normal sentirse así. Poder vivir con estas sensaciones dolorosas y al mismo tiempo ¡Menos mal que sucedió así, algunas personas es mejor perderlas que encontrarlas! .

Detente y disfruta de ese momento porque es lo mejor que te puede pasar: Di adiós a la ira, deja entrar la indiferencia y dale la bienvenida al buen humor. . Esa sonrisa de alivio al darte cuenta de la suerte que has tenido es una de las mejores garantías para tu bienestar psicológico. Pero para saborearlo de verdad primero debes haber actuado limpia y generosamente. haber sido herido y probablemente guardó rencor por un tiempo.

Después de pasar por este doloroso pero necesario proceso podrás disfrutar del premio de la lotería que jugaste… Y como en todo juego puedes ganar pero también perder. Y es precisamente esa sonrisa solitaria o en compañía el premio de la lotería.

Las decepciones de la vida son los desintoxicantes del futuro

Lidiar con una decepción o una traición No siempre es fácil. Y tampoco lo es estar atrapado en un círculo vicioso que siempre conduce a las mismas discusiones. Prolongar una situación de malestar por costumbre o por lástima supone entrar en un laberinto sin fin. No existe ninguna persona que sea tóxica per se, esto es una creencia falsa. Sin embargo, hay relaciones que lo son o han llegado a serlo. Identificarlos y cerrarlos no es tarea fácil, sobre todo si quieres hacerlo siendo una persona madura.

Pero nunca debes sentirte débil por intentar hacer las cosas correctamente y ser traicionado. En el futuro, podrás utilizar esta experiencia para aprender a desintoxicarte sin envenenarte. Podrás detectar las señales de peligro antes de que la otra persona consiga hacerte daño de verdad. Aprenderás a cerrar las puertas lentamente sin hacer ningún ruido. Y aprenderás a comprender que los demás también tienen derecho a hacer lo mismo contigo.

Querer ser personas correctas en la vida dice mucho de nosotros. Ponle fin a

Sin embargo, hay personas que no se molestan en hacerlo con el debido cuidado; gente que toma un atajo traicionándonos de forma vil, brutal y cobarde. Pero nunca debes sentirte ridículo por querer hacer las cosas bien o por no querer jugar sucio. Te sentirás enojado pero deja que ese enojo siga su curso.

Todas estas decepciones se convertirán en un desintoxicante para el futuro. Al siguiente signo de desgaste ya no mirarás a tu alrededor. Ya no caerás en la tentación de prolongar una mala relación. Y lo harás utilizando la mejor arma posible: la indiferencia absoluta.

Después del enfado, la indiferencia y finalmente la sonrisa.

Lo que les pase a quienes te han hecho daño no es asunto tuyo porque lamentablemente hasta los peores traidores pueden tener suerte en la vida. Piensa por ti mismo dónde estás y hacia dónde quieres llegar y trata de no perderlo de vista. tu destino y no caer en la tentación en la que otros han caído. Este y ningún otro es el mejor punto de referencia para que, a pesar de las decepciones, no abandonéis vuestra sensibilidad en las despedidas necesarias.

Sin duda será un proceso complicado porque no es fácil distanciarse de determinadas personas y hábitos de la vida. Sentirás que has perdido tu identidad y cada golpe lo sentirás como un pozo sin fondo. . No sabrás si estás cambiando para bien o para mal hasta que un día empieces a recordar de manera diferente lo que una vez te devastó emocionalmente.

De repente, en cualquier momento os reconoceréis como supervivientes.

No, te sentirás más como un extraño contigo mismo. Mirarás tus manos, sentirás el peso de tus piernas y tomarás conciencia de tu presencia. Sin haber pedido ayuda y sin recibirla de nadie, estás parado sobre tus propios pies.

No necesitas el aprobación de los demás . No te importa ser un perdedor ante sus ojos. Sabes que has ganado una batalla que sólo podías librar dentro de nosotros. En ese momento empezarás a reír solo o acompañado. Más allá del enfado sentirás el orgullo de alguien que ha actuado de forma coherente con la persona que es.

La sonrisa es sincera cuando nos hace sentir en paz con nosotros mismos a pesar de que las circunstancias sean difíciles y exista el peligro de que los demás nos traicionen. Y aunque haya sucedido exactamente así, esa sonrisa está ahí para recordarnos que no importa si algún día alguien nos ha decepcionado: lo importante es que no nos hemos decepcionado.

Ahora ya sabes cómo van las cosas y esto te ayudará. El que ríe último ríe mejor porque no se ríe de nadie. Observa desde lejos cómo las personas que lo lastimaron se mueven cada vez más profundamente hasta quedar casi sin oxígeno en la oscuridad que ellos mismos han moldeado.

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