Pasión y obsesión son dos realidades muy cercanas pero profundamente diferentes. El primero corresponde a un intenso flujo de energía emocional que nos lleva a superar nuestros límites y realizar esfuerzos extraordinarios; el segundo paraliza la voluntad o más bien pone grandes límites.
Son al mismo tiempo dos dimensiones contiguas. En muchos casos partimos de una pasión y sin querer nos encontramos en el terreno de la obsesión. Se podría decir que la obsesión es una especie de exceso de pasión.
En definitiva, es plausible que sean dos caras de una misma moneda. Ambas realidades subjetivas provocan una gran implicación emocional, máxima atención y concentración. Sin embargo el primero es constructivo el segundo es destructivo.
Las pasiones son como los vientos necesarios para darle movimiento a todo aunque muchas veces provocan huracanes.
– Bernard Le Bouvier de Fontenelle –
Pasión y obsesión
En muchos casos la pasión y la obsesión siguen una línea de continuidad dictada por factores externos. Generalmente todo comienza con una actividad placentera que pronto nos provoca un gratificación intenso. Es tan gratificante que nos apasiona.
La pasión nos impulsa a dedicar mucho tiempo y esfuerzo a esta actividad para satisfacer parámetros y exigencias de perfección cada vez mayores. Luego vienen los resultados y la reconocimiento por el esfuerzo y aquí es donde pueden empezar los problemas.
La validación externa también puede funcionar como un factor negativo. Lo que antes se hacía de forma espontánea y por el simple placer de hacerlo ahora se convierte en una actividad de búsqueda de una respuesta precisa en los demás. Ya no disfrutamos del proceso sino del resultado. En este punto entramos en los límites de la obsesión.
Los laberintos de la obsesión
Cuando un interés se convierte en una obsesión – el placer se convierte en ansiedad . Empezamos a depender de los demás y esto nos preocupa y estresa. Algunos estudios han demostrado que se puede desarrollar tal adicción que se le puede inducir a realizar incluso acciones poco éticas.
Porque el resultado de nuestras acciones y la aprobación de los demás son elementos que no podemos controlar Las pasiones obsesivas suelen ir acompañadas de inquietud y frustración. . La adicción a la validación no es sólo emocional sino que, como se ha demostrado, también se vuelve física.
Está comprobado que esta excesiva preocupación por la aprobación de los demás inunda el cuerpo de dopamina y con ello se sella una especie de dependencia. Esto naturalmente refuerza la obsesión y transporta todo a otro plano. Ahora hay fatiga, incluso desgaste y al mismo tiempo resultados inciertos. Incluso llegamos al punto de necesitar hacer trampa para ganarnos el aplauso de los demás.
Dependencia de la aprobación externa
Sería ilusorio pensar que podemos ignorar por completo la opinión de los demás . Quizás sólo aquellos que están muy evolucionados espiritualmente puedan hacerlo. El común de los mortales depende más o menos de la aprobación externa.
¿A quién no le gustaría recibir un premio o reconocimiento por lo que hace? Incluso en el día a día sentimos una sutil satisfacción cuando recibimos un Me gusta en las redes sociales, llegan nuevas solicitudes de amistad o vemos aumentar el número de seguidores.
El secreto para no caer en las garras de la obsesión y por tanto de la aprobación ajena es detenerse a pensar . Cuando recibimos un Me Gusta por algo que escribimos sin grandes pretensiones, entendemos que lo importante es haber expresado un pensamiento. El resto es un extra que está hoy y quién sabe mañana.
El verdadero éxito es disfrutar lo que haces o ser consistente sin miedo ni ansiedad por el resultado. No es fácil liberarnos de la motivación de las respuestas externas pero debemos trabajar consecuentemente para no caer en esta trampa. Dejémonos guiar por la pasión, no por la obsesión.
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