
El chantaje emocional es lamentablemente una práctica habitual en la educación de muchos niños.
El chantaje emocional en los niños es una forma tentadora de manipulación. El chantaje es un comportamiento que se aprende por lo que hasta los más pequeños pueden aprender a utilizarlo. Por otro lado, rara vez surge de una elección consciente y, sin embargo, se sigue utilizando debido a la eficacia encontrada las primeras veces.
Hay miles de artículos en la red que hablan del chantaje emocional en los niños, el de los niños hacia los adultos, las rabietas, los ataques de ira y las amenazas de los niños para conseguir lo que quieren. Este es un comportamiento aprendido. que se origina en casa en el momento en que padres dicen frases como Si no sacas una buena nota ya no te querré Si eres travieso Papá Noel no te traerá regalos Si no ordenas tu dormitorio no te compraremos más juguetes etc...
Para manipular eficazmente a la gente es necesario convencer a todos de que nadie los está manipulando.
-John Kenneth Galbraith-
¿Por qué recurrimos al chantaje emocional?
Muchas veces recurrimos al chantaje emocional porque es capaz de devolvernos ese poder que de otro modo no podemos recuperar y de hacer que los niños obedezcan sin protestar.
Pero parémonos a pensar por un segundo… control no es sinónimo de educación. Decirle a tus hijos qué hacer, cómo hacerlo y amenazarlos si no lo hacen inmediatamente minimiza su capacidad de toma de decisiones, creando las condiciones perfectas para que se rebelen y no puedan alcanzar su propia independencia.

Recurrir a chantaje emocional con los niños puede resultar el peor remedio para nuestras inseguridades como padres, una de las peores formas de protegernos de las muchas preguntas de los más pequeños.
Utilice quizás el chantaje moral con los niños. esta estrategia puede demostrar su eficacia
Las palabras tienen un poder extraño. En manos expertas y manipuladas con garbo te aprisionan. -Diane Setterfield-
¿Cuáles son las causas del chantaje emocional en los niños?
El chantaje emocional hacia los niños es una forma de manipulación que excluye cualquier posibilidad de elección. Quizás nos obedezcan, pero esta estrategia probablemente pronto perderá su eficacia y será contraproducente. Por otro lado, no deja de ser un chantaje, una estrategia de la que difícilmente puede surgir algo positivo.
De hecho es posible que Los niños desarrollan un resentimiento que no pueden explicar. manipularlos mucho antes de lo que nos gustaría creer. Y a nadie le gusta que lo manipulen, ¿verdad? Precisamente por eso pueden empezar a considerar como una amenaza a las personas que les chantajean, individuos con los que no quieren tener nada que ver porque no les transmiten sentimientos positivos.
Independientemente de ello, muchos padres utilizan el chantaje emocional con los más pequeños para obtener demostraciones de cariño. A afecto que, incluso si existe, se verá debilitado precisamente por esta estrategia. Los niños también pronto comienzan a utilizarla a su favor, creyendo que es una estrategia válida ya que la aprendieron de sus cuidadores. Esto dificultará el establecimiento de relaciones que no sean superficiales o instrumentales.
La palabra motivación suele confundirse con manipulación. La motivación ocurre cuando persuades a otros para que actúen en su propio interés. La manipulación es persuadir a otros para que actúen en su mejor interés.
-Zigzags-
¿Por qué es inútil el chantaje?
La mayoría de las veces el chantaje resulta inútil porque se basa en amenazas que no se materializarán (ningún padre dejará de querer a su hijo sólo porque no ha ordenado su dormitorio). Los psicólogos han demostrado (y han intentado hacer entender a los padres con mayor o menor éxito) que estas amenazas tienen patas cortas y un final muy triste.
Es poco probable que el niño entienda que es mejor tener el dormitorio ordenado porque así será más fácil limpiarlo y encontrar lo que busca. Difícilmente entenderá que cepillarse los dientes, por muy molesto que parezca, es importante para sus dientes. Y
El chantaje no enseña a nuestros hijos a resolver problemas o actuar de cierta manera porque es correcto o porque quieren hacerlo. Modifican su conducta momentáneamente y sólo aparentemente sin producir un cambio real ni el desarrollo de una motivación interna duradera. Además, cuando chantajeamos y luego no respetamos la amenaza, si el niño no obedece perdemos credibilidad ante sus ojos.
A los niños hay que enseñarles a pensar, no qué pensar.
-Margaret Mead
¿Cuáles son las alternativas al chantaje?
Si queremos que nuestros hijos hagan algo sobre todo cuando son muy pequeños es preferible ayudarlos y acompañarlos que dar ordenes mientras nos sentamos en el sofá. Si ya son mayores, la mejor manera de conseguir que hagan lo que queremos es dando el ejemplo. Nuestros niños no son robots que siguen órdenes al instante por lo que es probable que sea necesario repetir las cosas más de una vez antes de hacerlas y que sus vacilaciones no vengan dictadas por la pereza o las ganas de ponernos nerviosos. Simplemente tienen un ritmo diferente y en la mayoría de los casos no lo notamos pero están aprendiendo.
Otra estrategia mucho más válida es la de la negociación, es necesario proponer varias opciones a los más pequeños y escuchar lo que tienen que decir. Cuando queremos que hagan algo, en primer lugar debemos preguntarnos si ese algo satisface sus necesidades o las nuestras; entonces es bueno proponer alternativas, darles tiempo y sobre todo explicaciones de por qué queremos que se comporten de esa manera en particular. Sin embargo, si es algo que atañe directamente a su futuro y bienestar, la estrategia más eficaz es explicar los beneficios.
Si dejamos de lado el chantaje en educación de nuestros hijos nos daríamos cuenta de que al final casi siempre eligen por su propia voluntad las conductas que son más ventajosas para ellos y quienes les rodean. Si les permitimos ser inteligentes tendrán la oportunidad de volverse inteligentes. Quizás nos cansemos más, tendremos que reconciliarnos y estar más presentes en su proceso educativo pero ellos desarrollarán mayor autonomía, mejor autoestima y sobre todo sentido del deber. Vale la pena, ¿no?
No evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida; más bien enséñales a superarlos.
-Luis Pasteur-
