
Hay personas así que nos dan su opinión indiscutible sin habérsela pedido, los que proclaman su sinceridad porque con ella dicen ayudar a los demás diciéndoles lo que necesitan. Son personalidades con egos inflados que
Está claro que siempre estás buscando al socio menos adecuado. Estoy seguro de que esta persona te engañará lo antes posible. Te lo digo por tu propio bien. Será mejor que te quites este objetivo de la cabeza porque no puedes hacerlo. Estas cosas te pasan porque no tienes carácter y porque nunca aprendes de tus errores...
Las frases de este tipo son oraciones claras más que opiniones. Dado que muchos de nosotros hemos sufrido los efectos de este tipo de situaciones en más de una ocasión, es importante recordar que aunque todos tengamos pleno derecho a dar nuestra opinión es inconcebible que se utilice para herir, humillar o despreciar . Es más, es necesario que sepas que las opiniones son meras expresiones personales, simples reflejos del mundo emocional y cognitivo de las personas que las emiten.
Sin embargo como dijo leonardo da vinci el peor error de un ser humano es creer en el engaño de sus propias opiniones porque no hay peor ignorancia que la de quien llega a pensar que sus consideraciones personales son verdades universales.

La opinión de uno puede actuar como un disparador.
Nuestra opinión puede ser en muchas ocasiones nuestro propio detonante. Pensemos en ello por un momento: cuando alguien opina sobre nosotros lo hace desde su realidad, su experiencia y sus valores . Hasta este punto todo es normal y predecible y lo entendemos. Sin embargo, en este proceso también se aplica lo que en psicología se conoce como imparcialidad de atención/imparcialidad de confirmación.
Es decir, hay quien percibe sólo lo que quiere ver, quien se limita a observar sólo unos aspectos y no otros para emitir juicios inexactos y tremendamente imparciales. La llamada teoría de la elección racional también nos dice que muchos de estos enfoques heurísticos que aplicamos a nuestra propia pensamientos y nuestras opiniones responden a meras intuiciones y juicios simplistas que nos hacen cometer más de un error.
Todo esto ciertamente nos lleva a comprender por qué ciertas personas aplican sus disparadores mentales personales al pronunciar afirmaciones completamente cuestionables como que las mujeres son débiles por naturaleza, se necesita mano dura para educar a los niños o a todos aquellos.
Hay que tener mucho cuidado con quienes utilizan su opinión como si fuera una verdad única, exclusiva y universal porque nada define a una persona como sus propios comentarios.
Por otro lado, y esto también lo habremos notado en más de una ocasión, quienes estamos acostumbrados a hacer uso de opiniones tan decisivas y nocivas solemos reaccionar de manera muy negativa, tomándonos todo como algo personal cuando intentamos contrarrestar lo que ha manifestado aportando principios lógicos y razonables. No los aceptará ni los escuchará porque esos desencadenantes mentales moldean un pensamiento muy rígido. De hecho, no faltan quienes definen a estas personas como nuestros trolls de la vida real.

Dame tu opinión solo si es útil por favor.
Todos podemos y debemos dar nuestra opinión. Sin embargo, es necesario hacerlo desde la jerarquía del respeto, no desde el trono de la ofensa. No importa si es una verdad incómoda, si es útil y decisiva, que así sea.
Por tanto, intentaremos controlar los juicios que, aunque no nos demos cuenta, provienen directamente de la amígdala del cerebro, aquellos en los que emociones como el miedo y odio o furia aquellas que se pronuncian con la única intención de herir, etiquetar o despreciar a otros con el deseo expreso de ser superiores.